“Ser reportero gráfico es totalmente lo contrario a quedarte en casa.” De esa manera inició Alejandro Pastrana, fotoperiodista y moderador del conversatorio organizado por la Universidad Autónoma del Estado de México bajo el nombre: “Fotoperiodismo. Crónica visual de la Covid-19 en el Valle de Toluca.”
Aranxa Albarrán
El evento tuvo la participación de Cristina Espinosa, Tania Contreras, Mario Vázquez de la Torre, Jorge Luis Alvarado y Alejandro Vargas, quienes han aportado con su trabajo la documentación de acontecimientos relevantes en el país, siendo reconocidos no sólo a nivel nacional sino también internacional.
A través de la mirada del fotoreportero en medio de la pandemia, se percibe a la sociedad dentro de una constante metamorfosis, yendo del desanimo a la mejor expresión de humanización al ser más solidarios con la población que le rodea y asimismo lo opuesto, al delatar actitudes desaprobatorias de agresiones y poca aceptación a profesionales del sector salud o gente que sacrifica sus días de confinamiento en pro de una supervivencia. Es un creciente aprendizaje de quien sale a las calles para capturar escenas que poco son admiradas detrás de una pantalla o impresas en un pedazo de papel con fines informativos.
Los relatos compartidos de los cinco fotoperiodistas, enfatizaron en que se vive uno de los momentos cúspide de la humanidad, puesto que el miedo se identifica en una serie de bifurcaciones completamente distintas a anteriores desastres derivados de fenómenos naturales o sociales. Para ellos, no ha sido tarea sencilla seguir laborando fuera de su hogar, puesto que a pesar de mantener los cuidados debidos para evitar un contagio, se corre el riesgo de ser afectados como cualquier otro miembro de la población.
“Nuestro trabajo no es solo ir a hacer imágenes, es una serie de procesos emocionales, psicológicos y críticos.” Argumentó Tania Contreras.
Por otro lado, una de las particularidades instaladas en el grupo de fotoreporteros es la adquisición del alejamiento al momento de tomar una fotografía, esto para dar un espacio al dolor y la vivencia de la gente, no sólo para atender las reglas de distanciamiento social. Con ello, es fundamental crear un ambiente de empatía hacia los demás para respetar actos notables de resiliencia de la gente que padece un cúmulo de incertidumbre y ansiedad por pérdidas causadas por el virus, entendido en todo tipo de término tanto enfocado a la despedida de un ser querido, como en el enfrentamiento de un desempleo desafortunado.
La búsqueda de historias en la población para ser documentadas a través de la fotografía, se realiza bajo un sentimiento de peligro y temor. No obstante el objetivo de ello radica en que “es esencial generar una conciencia en la población a través de las imágenes” tal como lo mencionó el fotoreportero Mario Vázquez, quien ha tenido la oportunidad de documentar no solo la vida social en las calles sino el trabajo sobresaliente del cuerpo médico en los hospitales de la ciudad.
Ser reportero gráfico es un trabajo demeritado en algunas ocasiones, sin saber que gracias a ello, es posible la visualización y el conocimiento de lo que sucede en el mundo. La muerte evidentemente es algo latente y el compromiso del fotoperiodista no solo se centra en ser filtro del relato de la realidad, sino también de ahuyentar a la falsedad de noticias que solo desean dividir y erradicar una ética y un civismo en las personas.
Foto: Especial Portal
