Gabriela Landetta
Lupita tiene 5 años, y a la edad de 2 años 7 meses le diagnosticaron leucemia linfoblastica aguda. Desde entonces se ha sometido a 120 quimioterapias. Todavía le faltan 20 para terminar su tratamiento, después de las cuales un nuevo estudio de sangre determinará si está curada definitivamente y pasa a una etapa de vigilancia, o si aún hay vestigios de la enfermedad y debe recibir más quimioterapias.
Así lo comentó su mamá, Ereri Citlali Castillo Pablo, una joven de apenas 22 años que el Día de las Madres de 2021 recibió la infortunada noticia sobre la salud de su pequeña hija; al mismo tiempo, su esposo también estaba hospitalizado en un hospital de Toluca.
Aunque entonces vivían en Ciudad de México, fue necesario que regresaran a la capital mexiquense, tierra natal de su marido, para ser atendido, cuando a Lupita le dio resfriado. La llevó a un centro de salud y tras hacerle un estudio sanguíneo le dijeron que tenía que llevarla a un hospital sino se le iba a morir.
Desde entonces Lupita Trejo Castillo recibe tratamiento en el Hospital para el Niño, donde su madre asegura que siempre ha sido muy bueno, y también reciben ayuda de la Institución de Asistencia Privada ‘Extiende tu Mano’ con albergue, comida y medicamentos cuando ha sido necesario.
“Al principio recibió quimioterapia, después del mes de recibir quimioterapia se me puso muy grave, estuvo en terapia intensiva intubada, dos veces se le paró el corazón, ya no me daban esperanzas ni nada y después por Dios, despertó y después de dos horas me dijeron que había pasado a piso”, narró Citlali sobre los momentos de alarma que le ha tocado vivir con su hija, razón por la que ha decidido no tener más hijos, para dedicarse por completo a la pequeña.
“Cuando empezamos su tratamiento era ir cada tercer día y ya ahorita, como ya va terminando es una vez a la semana… ya nada más le quedan 20 semanas de quimioterapias. Le falta medio año para terminar quimioterapias pero de ahí depende de los estudios como salga y si sale limpia ya se va de vigilancia si sale con recesos todavía más quimioterapia”, dijo.
Ereri Citlali recuerda que el principio fue muy complicado para ella, al tener tanto a su esposo como a su hija hospitalizados al mismo tiempo, pero la pequeña requería su atención las 24 horas, por lo que tuvo que dejar solo a su marido, por lo que ahora que la niña ha mejorado de salud, se siente más aliviada y tranquila.
Otro de los casos atendidos a la par por el Hospital para el Niño y ‘Extiende tu Mano’, I.A.P, es el de Jesús Bautista Silva, quien en mayo cumplirá la mayoría de edad. Después de 16 años de tratamiento, también por leucemia linfoblastica aguda, el pasado 13 de marzo el hematólogo ya lo dio de alta.
Tenía tan sólo un año 4 meses cuando fue diagnosticado con la enfermedad. Su familia, originaria de Valle de Bravo, recibió apoyo con albergue y pasajes por parte la I.A.P, para que pudieran trasladarse y estar cerca del hospital en las fechas que le tocaban las quimioterapias.
Aproximadamente al año de estar en tratamiento, su mamá Margarita Silva Rosalío, recibió la peor noticia que una madre puede tener: avisarle que su hijo había fallecido. Ella narró así, la traumática experiencia, ocurrida después de haber terminado una sesión de quimioterapia y cuando ya estaban por regresar a Valle de Bravo.
Estaban en la central camionera de Toluca, cuando Jesús “empezó con fiebre y hemorragia nasal, por lo cual me regresé [al Hospital para el Niño] porque supuestamente era reacción de la quimioterapia. Me sacaron de urgencias porque se puso muy grave a las 4 de la tarde y como a las 6 me avisaron que había fallecido… no podía hablar ni llorar tuvo que intervenir el apoyo psicológico del hospital…”
“En el transcurso de la noche -continuó con la voz entrecortada- yo tramité todo lo del funeral, y a las 4 de la mañana me vuelven a pasar con la doctora de guardia, ya era domingo…”, y ya le iban a entregar el cuerpo cuando Jesús movió el dedo pulgar del pie derecho y entonces lo llevaron al área para darle los primeros auxilios.
“A las 8 de la mañana -cuenta Margarita visiblemente emocionada al recordar esa situación- me mandaron hablar, me pasaron con la psicóloga y me dijo que mi hijo estaba vivo, fue muy fuerte para mí. Yo no pude hablar lo que podía decir era por escrito porque no me salía la voz (…) pasé otra vez con la psicóloga y [después] al área de urgencias y cuando entré, mi hijo estaba sentado en una cuna con unos jóvenes que van a reanimarlos y estaba con varios globos allí, sentado…
“Yo lo vi, pero yo tenía la impresión de las horas antes de la noche, cuando me dijeron que él había fallecido, y me quedé otra vez que no podía hablar, y me decían que me acercara a él, pero yo no podía; incluso pensé que estaba mal de la cabeza porque lo había visto anteriormente en una situación y en unas horas lo ya lo vi bien, sentado al centro de una cuna, sin estar conectado a medicamentos ni nada. Mi hijo estaba estable, fue algo muy fuerte para mí, pero a la vez muy bonito y puedo decir que todo fue gracias a Dios…”
Pero Margarita no sólo le agradece a Dios por el milagro de la vida de su hijo, también a los doctores del Hospital para el Niño y a los integrantes de la Extiende tu Mano, que los ayudaron con medicamento cuando fue necesario.
(Foto: Gabriela Landetta)
