2022-06-12-musica-emociones-y-recuerdos-la-gusana-ciega-como-alineador-de-dimensiones

Música, emociones y recuerdos, la Gusana Ciega como “alineador de dimensiones”

Ximena Barragán 

“Un momento muy importante para mí en mi carrera fue cuando fui a  un concierto de Soda Stereo y yo sentía que Gustavo Cerati me estaba cantando a mí, de una forma especial y tocando fibras de mi ser… ese día dije ‘yo quiero hacer eso, quiero tocar el corazón de la gente con mis canciones´”

Después de más de dos décadas de carrera, Daniel Gutiérrez y La Gusana Ciega siguen tocando el corazón de la gente,  llevándolos a revivir momentos, a re conectar con emociones, a construir nuevos recuerdos, alinear dimensiones. 

De ello fui testigo el pasado 10 de junio, que la banda de rock alternativo visitó  Metepec  en el marco de su tour Giramos alrededor, para la promoción su más reciente producción 1021 que  presenta en el arte  precisamente el concepto del “alineador de dimensiones”, herramienta utópica que permite repensar y replantear las decisiones que hemos tomado en nuestras vidas sin cambiar nuestro presente. 

Mientras observaba la interacción de la audiencia con la agrupación y entre ellos mismos, no pude evitar pensar en las melodías y las letras de las canciones, en la música de “la gusana” como justo ese alineador de dimensiones; en cómo la gente, a través de los sonidos, los silencios, las palabras y la energía traía memorias al presente, las replanteaba, las revivía. 

Tal y como me decía Daniel, que desde el escenario puede identificar la canción favorita de una pareja “cuando cambian su expresión, se besan”, en un concierto en vivo es posible imaginar los recuerdos musicalizados, casi visualizarlos como en un montaje de flashbacks de película de Hollywood. 

Es entonces que adquiere sentido el cariño,  la estima, el amor que el público siente por ellos. El entusiasmo de verlos, “de cerca” , la ilusión de que se acerquen a tomarse una foto con ellos, los gritos desesperados “que salga, que salga Dany , sólo por una foto”. 

Una combinación de aprecio y admiración que, en algunos casos, parece acercarse al amor romántico, a la idealización de un personaje, no desconocido, sino construido, adaptado a las necesidad emocionales, a los sentimientos en común que la vulnerabilidad propia de las manifestaciones artísticas nos permiten identificar en los creadores. 

“Un honor y una enorme responsabilidad”, la de convertirse en esta figura adorada y deseada (el sex appeal es regularmente innato en los rockstars y este, en particular, es además, guapísimo), una sensación peligrosa, que podría llevar a estos objetos de deseo a una soberbia desmedida “si te llega muy joven o muy pronto, puede ser peligroso”, pero que Daniel y sus compañeros manejan desde la consciencia y la empatía, la coincidencia que el arte permite entre autor y su público. 

Una relación difícil de entender no sólo para quienes somos espectadores, sino también para los propios integrantes, emociones y afectos que van de un individuo a una colectividad, y de una colectividad a un individuo, en un nivel “meta social”. 

Un fenómeno que siempre me ha parecido interesante, al cual Daniel, aceptó darme un valioso insight. 

En un entrevista bastante particular y en dos partes, una por teléfono y otra en persona, el front man mexicano compartió conmigo experiencias, anécdotas y emociones, un poco de su proceso creativo y la importancia de la música, y sus seguidores en su vida, así como la felicidad que le produce regresar a los escenarios y reencontrarse con su público después de la interrupción por la pandemia. 

No había cubierto espectáculos en muchos años, y el concierto del viernes fue una gran forma de volver.


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