2022-05-13-epica-el-festivo-metal-sinfonico

Epica: el festivo metal sinfónico

Senén Viñas Tavira.

Tres años después de la aparición de “Lacrimosa”, el Teatro Morelos se vuelve a oscurecer con la vestimenta de los adeptos al metal gótico que se congregan ante la presencia de esta ya mitica banda de los países bajos que, a sus dos décadas de existencia, se ha embarcado en una gira fastuosamente celebratoria, aunque a ojos incisivos y por el nombre del periplo, parecen estar anunciando el principio del fin.

Al margen de tan ominosos presagios, su presentación en este oscuro recinto fue un frenético recorrido por una creación musical de marcados tintes operísticos, que pudiera haberle quedado a deber a su feligresía toluqueña sobre todo si se compara con el video del concierto homónimo que se puede ver en la plataforma roja You Tube, en el que se aprecia una presentación, “performance”, si se permite la exquisitez, con alcances de “Cirque du soleil”..

Al margen de esta falta, o falla, la presentación de los neerlandeses, con un adecuado previo de un grupo de Londres, “Neon Flight”, en el que se destaco la presencia de un guitarrista mexicano, fue comandada, como era de esperarse, con la punzante batuta del requinto de Mark Jansen, aderezado con sus guturales vocalizaciones que hacían simbiosis perfecta con el elevado canto mezosoprano de la atractiva Simones Simons, que a muchos veteranos de estas lides, bien les hubiera recordado a Sonja Cristina, la también bella vocalista del grupo de Rock progresivo de los setentas “Curved Air”.

Remembranzas aparte, el cantar tan descriptivo de la Simmons, se hubiera visto mejor completado con la referencia visual de la óptica infantil femenil que si se aprecia en el video de marras, y que va desde las piezas del “Alfa anteludium”, y “El abismo del tiempo”, hasta llegar a la de “Omega .soberano de las esferas solares”; así y todo, sus también festivos seguidores toluqueños virtualmente se la pasaron saltando, merced a los eficientes aportes melódicos del teclado del otro Jansen, Coen, y la eficiente guitarra de Isac Delanaye, un pastel de metal sinfonico que tuvo su cereza en el contrapunteo de la base rítmica a cargo del singular bajo de Rob Van Der Lee y la estentórea batería de Arien Van Wesembeck.

Foto: Ezequiel Cortez Velázquez


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Nacional
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