Eric Rosas
Por un México brillante
En los días recientes han sido dadas a conocer las verdaderas intenciones de la administración federal actual para con la educación de los mexicanos. Desde la Secretaría de Educación Pública, algunos de los funcionarios más radicales del gobierno encabezado por López, han exhibido sus más profundas carencias intelectuales y su nostalgia por un mundo que ya probó su rotundo fracaso en varias naciones del mundo desde el siglo pasado. Quienes en días pasados se han pronunciado por convertir a la educación en México en una herramienta de adoctrinamiento comunista, convenencieramente evitan recordar que el ideólogo alemán del comunismo y su previa faceta imperfecta, el socialismo, Carlos Enrique Marx —de quien no parece existir registro de que hubiera laborado durante su vida entera—, vivió en la etapa temprana de una incipiente Revolución Industrial y, sólo para dar unas cuantas referencias de las condiciones del mundo de aquel 1848: no existían ni el teléfono (Antonio Meucci en 1854), ni la bombilla eléctrica incandescente (Heinrich Göbel en 1854), ni el automóvil (Etienne Lenoir en 1860), ni el avión (Clément Ader en 1890), ni el sufragio femenino, pues aunque en 1893 Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en permitir que las mujeres votaran, siguió prohibiendo que contendieran para ser electas.
En los 174 años transcurridos desde la publicación las ideas marxistas el planeta ha cambiado radicalmente gracias al desarrollo tecnológico. El orbe está más comunicado, la información se encuentra al alcance una porción cada vez más grande de la población de la Tierra y las tecnologías dominantes han migrado de las mecánicas e hidráulicas de mediados del siglo XIX, a las eléctricas y electrónicas del siglo XX, y ahora las optoelectrónicas o fotónicas. Gracias a que las sociedades que pudieron librarse de la ideología comunista, en lugar de inseminar a sus jóvenes con esas ideas retrógradas, invirtieron mejor en el desarrollo de tecnología, es que ahora la humanidad puede acceder a mejores condiciones de vida. El mundo ha entendido que la reversa no es alternativa de desarrollo y si de pronto una nación es capturada por ideas arcaicas, lo único que cosechará es un retraso respecto del avance de otros países; rezago que luego costará muchas generaciones acortar.
A las actuales generaciones de mexicanos nos toca mirar hacia el frente, crear un México brillante para las generaciones que vendrán. Trabajar para lograr una plena integración de nuestra sociedad con la América del Norte. Para ello es necesario que el Estado Mexicano brinde una educación de moderna, de buena calidad, basada en hechos científicos comprobados. Es importante que los escolares mexicanos comprendan que el mundo no tiene fronteras para el conocimiento, el talento y las competencias adquiridas con su instrucción educativa. Inclusive hoy en día ya muchos jóvenes mexicanos pueden obtener empleos en el extranjero, pero únicamente si están dispuestos a competir con profesionistas de otras naciones.
En el mundo actual no hay lugar para quienes esperen ser permanentemente arropados por un gobierno que falsea la realidad, que desalienta la competitividad, y pretende que la niñez mexicana deje sin desarrollar sus capacidades cognitivas, que sea incapaz de expresar sus ideas y comprender las de los demás, y que mucho menos pueda alcanzar un razonamiento matemático mínimo. Por el contrario, la sociedad mexicana tiene que luchar porque los escolares reciban los insumos formativos e informativos que necesitan para afrontar los retos que nos impone el acelerado avance tecnológico actual y venidero.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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