Claudia Elisa y Gabriela Alejandra López Miranda
Fundadoras del Círculo Feminista Alaíde Foppa
Solemos pensar que el ecofeminismo, con su llamado al respeto por la naturaleza y la crítica a los efectos de la ciencia y la tecnología, implica una renuncia obligada a la modernidad. Si bien esta corriente del pensamiento feminista comporta una crítica al capitalismo y a los efectos perversos de la ciencia y la tecnología, hay perspectivas que no solo no se alejan del pensamiento moderno, sino que lo reconocen y lo asumen.
Es el caso de Alicia Puleo (2008), ecofeminista que se resiste a caer en la habitual renuncia al universalismo ilustrado y a sus ideales reguladores, al punto de hablar de “ecofeminismo ilustrado”. Puleo enlista 6 elementos que debiera contener el ecofeminismo que ella considera adecuado: 1) ser un pensamiento crítico; 2) reivindicar la igualdad y la autonomía de las mujeres; 3) aceptar con prudencia los beneficios de la ciencia y la técnica; 4) fomentar la universalización de los valores de la ética del cuidado hacia los humanos y la naturaleza; 5) asumir el diálogo intercultural; 6) afirmar la unidad y continuidad de la Naturaleza desde el conocimiento evolucionista y el sentimiento de compasión.
Respecto al primer punto enfatiza que la propia ilustración nos ha provisto de una herramienta fundamental para la crítica: la razón, sin embargo es necesario mantenernos atentas y vigilantes para que esta no devenga en razón instrumental, debido a que una de las consecuencias más perversas de la instrumentalización de la razón es la devastación del medio ambiente.
Puleo reconoce la raíz ilustrada tanto de la crítica, como del feminismo y asume una posición de distancia frente a algunas corrientes del ecofeminismo que reniegan de la ilustración y hacen apología de las sociedades premodernas: “algunas teóricas, en el esfuerzo por […] denunciar las nuevas formas de colonización que afectan a los países del Sur y crear amplios frentes de resistencia […] omiten toda crítica a las costumbres y prejuicios de las culturas pre-modernas” (2008, p. 45).
La autora señala, por otro lado, que es necesario reivindicar la igualdad y la autonomía de las mujeres, critica las corrientes del ecofeminismo que intentan asimilarlas con la naturaleza, muy al estilo del feminismo de la diferencia que cae en el error esencialista.
Sumado a ello, propone aceptar con prudencia los beneficios de la ciencia y la técnica, ya que de pronto la crítica desde ciertos feminismos se vuelve radical al punto de desdeñar absolutamente los beneficios, innegables, que han traído estas dos herramientas.
Otra de las propuestas es fomentar la universalización de los valores de la ética del cuidado hacia los humanos y la naturaleza, la investigadoras considera que el cuidado, tradicionalmente asignado a las mujeres, debe ser asumido como un valor ético fundamental y generalizado.
En esta misma línea Puleo elabora una crítica brillante a la idea romántica en torno a las sociedades no occidentales, enfatiza la necesidad establecer diálogos interculturales basados en la idea de sostenibilidad, el nivel de violencia ejercida y los Derechos Humanos y afirmar la unidad y continuidad de la naturaleza desde el conocimiento evolucionista y el sentimiento de compasión.
El planteamiento de la feminista es sumamente interesante y deviene en una importante crítica a los ecofeminismos de la diferencia, a la romantización de las sociedades no occidentales y es también un ejericios de reivindicación de las herramientas que nos ha provisto la ilustración.
Referencia.
Puleo, Alicia H. (2008), “Libertad, igualdad y sostenibilidad. Por un ecofeminismo ilustrado”, en Isegoria, Revista de filosofía moral y política, núm. 38, España: Universidad de Valladolid. Disponible en: isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/download/402/403
