Ivan Joatzay
Bajo una mirada constante que enfrasca al formato de la animación como una idea relacionada al entretenimiento, aprendizaje y disfrute de las generaciones infantiles, los proyectos anti-sonantes a esta línea han surgido como un enfoque que presenta a la animación con un fin multi-diverso que sobrepasa la línea regular del programa, película o video genérico que solamente sirve para el entretenimiento de tus niños, sino que, a pesar de su presencia no tan llamativa, títulos específicos siguen abriendo nuevas puertas que proponen una reestructuración constante como punto clave para generar un enfoque y mensaje de reconocimiento y exploración que engloba a la aceptación social como un nuevo fin para la animación.
Quitando esta idea y estigma de “las caricaturas (animación) solo son para niños”, múltiples proyectos como ‘Persépolis’ (2007), ‘El Viento se Levanta’ (2013), ‘Anomalisa’ (2015), ‘La Tortuga Roja’ (2016), ‘Isla de Perros’ (2018), entre muchos más, han surgido dentro del cine buscando contar historias que hablen sobre lo que muchas veces no se habla o toca dentro de temáticas sociales y tabús como: la depresión, la pobreza, la globalización, la pérdida, la censura, el autoritarismo o, incluso, la falta y/o diversidad de identidad ¿Y este año? El caso no es diferente.
La cuestión aquí es que, después de una etapa de silencio y cese como ha sido la pandemia de COVID19, las propuestas cinematográficas resurgen con un propuesta más amplia y cercana a la visibilización y exploración intrapersonal, como se ha visto en las últimas películas dentro de festivales cinematográficos y plataformas de streaming.
Ahora, en intención de generar nuevas conversaciones, la animación no se queda detrás y para este año logra posicionarse como un catalizador que centraliza la diversidad en todos los ámbitos como una representación de la vida. En los títulos más recientes y que se postulan a las premiaciones de los Oscar 2022, llegan 5 películas que enmarcan un cambio más visible a este progreso social sobre la aceptación y diversificación tanto de contenidos como de realidades.
Así que, en análisis, se arroja la pregunta ¿Dónde se encuentran estos “avances sociales” animados?
Empezando por ‘The Mitchells vs The Machines’, la historia sigue la vida de Katie Mitchell y su familia, quienes, a mitad de un roadtrip para llegar a la universidad de Katie, se encuentran con la invasión tecnológica por parte de una red de robots súper avanzados que busca acabar con la raza humana.
Aunque, a primera vista, la película parece no apuntar a más que una comedia y mensaje ya visto sobre la unión familiar, la historia logra desarrollarse en un segundo plano que sobrecarga distintos mensajes que encaminan hacia la aceptación y diversidad de identidades; mostrando un duelo profundo y autentico sobre la empatía y perspectivas generacionales que suelen existir entre los padres e hijos, como fue con Katie y Rick. Además, la película también se convierte en un referente primordial y sutil sobre la representación y normalización de la diversidad sexual. Iniciando su historia con diálogos como “siempre me sentí un poco diferente a los demás”, “nunca encajé” o “mis papás no han logrado entenderme. A decir verdad, yo también tardé un rato en entenderme”, The Mitchells vs The Machines hace de Katie la primera representación protagónica de una mujer de la comunidad LGBT+ dentro de la animación (manejándose de una manera tan sutil que es posible no reconocerse en primer plano), esto, como contó su director Michael Rianda en una conferencia, haciéndose de la manera más simple y normal posible no porque no sea necesario su reconocimiento, sino, para dejar un mensaje sobre la normalización y que la orientación sexual no requiere de un reconocimiento o trato especial, sino, que esta radica en una aceptación dentro de la cotidianidad.
Por otra parte, el estudio de Disney, Walt Disney Pictures, llega con dos películas:
‘Raya y El Último Dragón’; que cuenta la historia de Raya, una chica que, junto al último dragón existente, debe de reparar una gema mágica para revivir a las personas de su pueblo y reunificar al mundo.
‘Encanto’; una historia que sigue a la familia Madrigal. Mirabel, una chica colombiana dentro de una familia con dones mágicos que se embarca en una aventura para salvar la magia que existe dentro de su hogar y unir a su familia.
Como es usual, en el enfoque de Disney siempre existe una constante que habla sobre el bien, la mejoría social o el crecimiento, sin embargo, es de notar que, a pesar de repetir una fórmula similar a películas previas, el estudio sobrelleva estas historias convirtiéndolas en una combinación sobre el bienestar social y personal, haciendo de sus historias dos títulos más cumplen con la formula “family friendly” clásica de Disney. Aunque ambas historias pudieron tener un desarrollo más profundo, su riqueza recae en otro punto, donde el hecho en sí mismo de contar estas historias es la hazaña. El estudio del ratón busca generar conversaciones necesarias donde se traten problemáticas de hoy en día, para Raya, la historia surge como un paralelo donde las fronteras de las comunidades del mundo de Raya hablan sobre las separaciones y exclusiones en nuestro mundo, haciendo el punto de su aventura un reconocimiento a la diversidad y unión que debe de existir ante la división social, diciendo “está bien ser diferente, pero, en el fondo, todos somos iguales” ¿Y en Encanto? El filme no solo se va sobre la humanización y empatía ante los roles familiares, sino, que busca visibilizar una diversidad donde todo mundo busca verse en la gran pantalla, haciendo reconocimiento de otras culturas, razas, orientaciones y romper con algunos esquemas de géneros planeando preguntas como “¿Las mujeres siempre tienen que verse así? Cómo lo retrata la identidad de Luisa o ¿Cuáles son los estándares a los que aspiran las mujeres? Como se ve con el personaje de Isabela.
Siguiendo con otro título, ‘Flee’, que puede ser reconocida como la historia más aterrizada pero menos conocida debido a que es un documental animado que a la fecha no cuenta con distribución presente en el país, sigue a Amin; un hombre de 36 años migrante de Afganistán, que, para dejar su pasado atrás, cuenta a manera de entrevista la odisea e historia de su vida con todas las problemáticas que atravesó en su juventud mientras se escondía y buscaba descubrir su orientación sexual en tiempos de la guerra civil afgana de los años 80.
Denotando a primera vista, la película resuena desde sus inicios como uno de esos títulos que difiere de todos los anteriores y, de manera directa, se enfrenta a la representación y difusión de distintas sociedades. Aunque, sin dar muchos spoilers, se experimenta que esta es una historia que atraviesa por un tono más sombrío y crudo hacia distintas realidades; enfrentándose a la pobreza, el odio del mundo, la censura, la supervivencia y la autenticidad. La vida de Amin destaca no solo como una historia de reconocimiento a la naturaleza humana en tiempos de violencia y egoísmo, sino, que esta animación profundiza en la representación multicultural y engloba a una diversidad unificada; usando distintos estilos de animación que, ante un menor presupuesto, denotan un énfasis a la diversidad emocional y un retrato realista de los distintos tamaños, colores y formas que nos definen como seres, resaltando un enfoque de crecimiento y exploración humano.
Y para finalizar, el estudio Pixar trae ‘Luca’, una película que cuenta la amistad de dos niños-monstruos marinos, Luca y Alberto, que viven bajo una costa italiana y, con la meta de tener una Vespa, exploran el mundo terrestre y viven un verano de aventuras. Alienándose a la temática general del estudio, esta película llega como la segunda propuesta de su nuevo enfoque para contar nuevas historias.
Aunque, como tal, la historia no profundiza en una temática social o problemática específica, desde sus inicios se estructura como una analogía para la aceptación del “yo” y una inclusión a lo diferente. Mostrando a sus protagonistas como algo que el mundo teme y desconoce, Luca y Alberto atraviesan una aventura de exclusión que los aparta de su identidad misma, convirtiendo su historia en un mensaje de autodescubrimiento y aceptación personal. Siendo así, Luca llega como un retrato de la inocencia y simpleza de la vida bajo los ojos de un niño, pero que también engloba la aceptación por medio de esa sensación tan única y común que es el sentirse diferente.
Así que, aunque el estigma se mantiene intrínseco a la idea de la animación, este año remarca un paso más en la simbiosis entre el entretenimiento infantil y la representación social como un factor central para la construcción de narrativas en nuevas historias, creando películas más actualizadas e inteligentes socialmente.
No se cuenta con un cien por ciento de historias que se enfoquen a la diversificación de estas realidades, pero, hoy, la animación sí llega a una unión más presente para contar historias que permitan aprender, entretener y a la vez conocer las distantes vidas que nos reflejan.
(Foto 1: Flee – Neon / Vice Studios)
