DON DÁMASO
Un hombre que se miente a sí mismo, y se cree sus propias mentiras, se vuelve incapaz de reconocer la verdad, ni en sí mismo ni en nadie, y acaba perdiendo el respeto por sí mismo y por los demás. Cuando no tiene respeto por nadie, ya no puede amar, y, para distraerse, al no tener amor en él, cede a sus impulsos, se entrega a la forma más baja de placer, y se comporta al final como un animal al satisfacer sus vicios. Y todo viene de la mentira, a los demás y a uno mismo.
Fyodor Dostoyevski
DE PEDRO EL GRANDE ¿A PUTIN EL GRANDE?
JUGANDO CON LAS CARTAS BOCA ARRIBA: Kiev localizada en el corazón del mundo, era reconocida como la madre de todas las ciudades rusas y el epicentro de la evolución del Imperio ruso; fue en Ucrania (en la batalla de Poltava), cuando el Imperio zarista, bajo Pedro el Grande, ganó la categoría de gran potencia derrotando a Suecia en 1709, tres siglos más tarde, la Rusia de Putin juega su rol de potencia de primer orden con su protagonismo en la violenta división de Ucrania, desafiando el poderío de Occidente. Sus ambiciones hegemónicas se concentran por ahora en el ámbito regional postsoviético que denomina Eurasia.
Vladimir Putin inauguró en 2016 una estatua de 11 metros en el corazón de Moscú, dedicada a San Vladimir, también conocido como Vladimir el Grande o el Gran Príncipe, quien se convirtió al cristianismo ortodoxo en el año 988 e inició la cristianización de la Rus de Kiev, el estado eslavo antiguo que Bielorrusia, Ucrania y Rusia reivindican hoy como el origen de su legado cultural. En su discurso Putin apuntó: El Príncipe Vladimir pasó a la historia como el unificador y defensor de las tierras rusas, como un político visionario. Es claro que la inspiración que Putin tiene de la moderna Ucrania está marcada por su percepción de Kievan Rus.
Seguramente el líder ruso que este 2022 cumplirá 70 años, trae en su cartera a manera de amuletos, las imágenes de Iván el Terrible, Pedro el Grande y Kievan Rus. Los ve como sus guías para alcanzar su sueño imperial fundado en la paranoia de estar rodeados de enemigos y de no tener salida al mar.
Hace dos meses, se cumplieron 30 años de la pulverización de la Unión Soviética, hecho que volvió a retumbar en la mente del dictador ruso empecinado en regresar a la Rusia zarista. Su historia imperial está plagada de líderes descocados, ambiciosos, despiadados, desalmados y sin límites en su actuar, todos con ánimo de plantar cara al enemigo.
Rusia se ha trazado una ruta con dos destinos: la pronta
recuperación de su estatura geopolítica y el más gradual incremento de su estatura económica. Pero han subestimado al enemigo, no esperaban que les plantara cara el presidente Zelensky. Hasta ahora se ha desempeñado con dignidad y valentía como un líder de guerra inesperado. Putin lo querrá fuera del camino. Zelensky insiste por el momento en que debe quedarse en Kiev y dirigir el esfuerzo de guerra, incluso mientras informa que los saboteadores rusos están en la ciudad. En algún momento podría tener que tomarse una decisión difícil sobre la reubicación en el oeste de Ucrania, o incluso el establecimiento de un gobierno en el exilio. Mientras pueda continuar operando en Ucrania, su liderazgo sirve como una reprimenda a Putin.
Se antoja un tanto cuanto temeraria la apuesta de Putin, a sabiendas de que se enfrenta a una sociedad civil armada con un alto grado de conciencia del valor que representa su libertad y que además son herederos de grupos caracterizados por su fortaleza, su valentía, su resiliencia, pero ante todo, su amor por su tierra. Grupos que llevan en su ADN, la sangre de los vikingos, las hordas de Gengis Khan, los cosacos y los sobrevivientes de la hambruna iniciada hace 100 años.
Por lo pronto, esta es una guerra, que sin ser todavía mundial, y oremos para que así siga, ya ha tenido un impacto mundial gracias a las redes sociales, en donde por cierto, el Presidente Zelensky, ya le ha comido el mandado al antipático Putin, en un ecosistema en donde las percepciones fundadas en imágenes, llevan mano.
