Leobardo Hernández
Tras una larga espera, por fin llegarán a manos de lectores de todas las edades de México los 21 títulos que anunció el Fondo de Cultura Económica el año pasado para conmemorar 700 años de la fundación de la Ciudad de México, 500 años de resistencia indígena y 200 años de independencia.
La colección 21 para el 21 reúne obras imprescindibles de hombres y mujeres que han forjado con tinta la tradición literaria del país, que concibieron minuciosos estudios de los eventos sociopolíticos de México a través de sus letras, o han cantado la intimidad nacional con su poesía.
La mañana de este jueves 26 de agosto, Paco Ignacio Taibo II, director del FCE, presentó los textos que componen esta emblemática serie “mixta, incluye literatura y ensayos de historia y crónicas”, cuyos títulos son:
Muerte en el bosque, “una antología de cuentos de Amparo Dávila”, maestra de las narraciones extraordinarias dentro de lo ordinario, su narrativa implica el terror psicológico inaugural en la literatura mexicana; Río Subterráneo, de Inés Arredondo, otra escritora prodigiosa cuyos textos detonan la luminosidad de las tinieblas, angustia, desesperación y deseo.
Tiene la noche un árbol, de Guadalupe Dueñas, otra musa del misterio recuperada, que no rescatada, pues sus cuentos de increíble manufactura se sustentan por sí mismos.
Balún Canán, de Rosario castellanos, “que es la crónica más desgarrada del mundo de la mujer en esos territorios de la periferia de nuestro país”; El libro vacío, de Josefina Vicens, “un homenaje que le debíamos hace muchísimo tiempo a Josefina Vicens y a la gran calidad literaria de sus textos”.
Paseo de la Reforma, de Elena Poniatowska, “una de sus crónicas más interesantes y más mordientes”.
Taibo destacó la reedición de Y Matarazo no llamó, de Elena Garro, “que estaba fuera de la circulación”; así como “un libro maravilloso, de [Emilio] Carballido, la verdadera historia de Chucho el Roto, bandido generoso por demás: Tiempo de ladrones, que está escrito como obra teatral, pero que se lee como pequeña novela”.
La revolución de la independencia, de Luis Villoro, “yo creo, el libro más inteligente que se ha escrito sobre la independencia de México”, sostuvo; Canek, de Ermilo Abreu Gómez, “uno de los libros que más impacto ha causado entre poblaciones campesinas, curiosamente”.
El libro rojo de la independencia, de Vicente Riva Palacio y Manuel Payno, “donde cuenta los asesinatos de las figuras clave de la independencia”; La breve historia de la guerra contra los Estados Unidos, de José C. Valadés; Tomóchic, de Heriberto Frías; Los de abajo, de Mariano Azuela; Pueblo en vilo, de Luis González, “el maestro de la microhistoria, la narración en chiquito del mundo agrario mexicano”.
Antología de poesía mexicana del siglo XIX, “para poner en contacto a lectores jóvenes con la pléyade de poetas mexicanos del XIX y que puedan escoger qué seguir leyendo”.
También enfatizó Noticias biográficas de insurgentes apodados, “un libro muy raro que nos pareció muy importante, que es de Elías Amador, un historiador zacatecano del siglo XIX, que recoge los apodos de la infantería de la independencia (‘el Tamalero’, ‘el Lonchero’, ‘el Roñas’), esos héroes anónimos que tenían apodos y por ello se les conoce, pero que, al leerlo, te da una idea muy, muy exacta de que la independencia fue un fenómeno popular de abajo hacia arriba, de guerra campesina y popular”.
Asimismo, contra todo pronóstico, pues el autor no es precisamente un adalid celebrado por la izquierda mexicana, El laberinto de la soledad, “obviamente de Octavio Paz”, lo que consagra la pluralidad de pensamiento que abraza la 4T.
Apocalipstick, “los ensayos de Carlos Monsiváis que son cual más inteligentes y lúcidos y que abren un poco de un recorrido que llega a nuestros días”.
Crónicas de amor, de historia y de guerra, de Guillermo Prieto. “Éste es mi favorito, lo tengo que confesar, […] del mejor cronista que ha tenido este país y que fueron seleccionadas con mucho cuidado porque van a todas las esquinas, desde la historia de independencia, sobre la guerra contra el imperio hasta la descripción de una crónica de cómo es un elevador pa (sic) contarles a sus paisanos cómo es esa caja que sube con poleas”.
“Y, por último, debería estar, era obligado, el libro más censurado en la historia de México: La sombra del Caudillo, de Martín Luis Guzmán”.
Con la distribución de estos textos entre todos los sectores sociales, incluyendo a las Fuerzas Armadas, la estrategia del FCE se consolida como un esfuerzo global por alcanzar a quienes difícilmente tienen acceso a libros, y por lo que, de forma despectiva, hay quienes los juzgan como “ignorantes”, aun cuando todos ignoramos algo.
(Foto: Presidencia)
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