23/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Confesiones de Turista / Techos de cristal del turismo

Fecha de publicación:

Aranxa Solleiro 

“Mira, no podemos tener un aumento porque no hay mucho presupuesto. Estamos pasando por un momento difícil, entonces ya el hecho de tener cubierto a nuestro personal, nos basta para sobrellevarla y levantar un poco todo.” Le comentaba el contador del hotel todo incluido a Fernanda, quien es recepcionista del establecimiento.  

Cuando la situación empezó a mejorar, se vendía más, se tenían más reservaciones, Fernanda acudió nuevamente a su jefe para mencionarle del apoyo económico. A lo que no recibió respuesta, mientras Pedro, el compañero recién llegado, ocupaba la nueva vacante en la misma área, con un sueldo mayor.  

Era diciembre de un año anterior pandémico, se reorganizaba el organigrama, por fin ascendían dos trabajadores del hotel. La ama de llaves sería una de ellos, Laura o Laurita, como prefería que le nombraran, entró con el sueldo de menor oferta, no rebasando los ocho mil pesos. No obstante, el gerente invitaba a la comunidad completa para celebrar que por fin, el hotel contaba con una jefa en el área. 

-“¡Claro! Es magnífico que por fin se haya elegido a una mujer para el puesto. Puros hombres todo el tiempo, pues ellos no tienen la sensibilidad como una mujer, sobre todo para esta área tan compleja en el hotel.” Se escuchaba en el pasillo en dirección al comedor de Andrea, siendo ella de las de menor salario en la organización.  

Una de las características de la actividad turística, especialmente en establecimientos operativos del sector, subyace en el aspecto de componerse mayoritariamente por mujeres. La hotelería, derivada de las posadas y albergues, eran atendidos por mujeres, puesto que el hotel, pretender semejar al hogar, sitio en el que la mujer, juega casi siempre el rol de cuidar, atender peticiones, gustos, la limpieza y deseos, para que los hijos o el esposo, estén contentos con su esfuerzo.  

De tal manera, la peculiaridad de hallar a una mujer al comando, se presenta extraordinaria. Sin enfocarse especialmente en el espacio punitivo en el que se ha convertido, dado que, a pesar de estar en un área de alta dirección, nunca recibirán el mismo pago que un varón que es jefe.  

Sandra, quien ha sido llamada así por motivos de seguridad, figuraba como ama de llaves en el Hotel Fiesta Inn de la ciudad de Toluca, aunque su esfuerzo constante y su compromiso con el equipo, su salario nunca rebasaba el de los demás jefes de área, aunque sus labores eran diversas y la carga de trabajo igual o extraordinariamente mayor.  

Dicha área, cabe hacer mención es, el espacio donde se coordina a las y los camaristas -en mayor número mujeres- encargadas de hacer limpieza en las habitaciones, además de cada uno de los espacios dentro del sitio de hospedaje. Nueve mil es el salario mensual de Sandra en una cantidad bruta, mientras que el jefe de mantenimiento percibe entre 13 mil a 15 mil mensuales, siendo en todo momento ocupado el puesto por varones y nunca por mujeres, bajo el entendido de la fortaleza y destreza femenina, la cual, según la percepción de un jefe varón, no es la misma que la de un hombre.  

Derivado de lo anterior, se llega a una teoría originada a finales de los años ochenta: “techos de cristal”, la cual es descrita como una barrera que impide a mujeres con capacidad personal y profesional a alcanzar posiciones directivas y subir de posición (Ramos, Barberá y Sarrió, 2003). Las explicaciones relativas a la falta de capacidad intelectual de las mujeres hoy en día resultan obsoletas y son pilares para la formación de un techo de cristal. A pesar de que en nuestros tiempos el acceso generalizado de las mujeres a los niveles educativos superiores, incluso en carreras estereotipadamente masculinas, y los buenos rendimientos obtenidos, invalidan este tipo de argumentos. 

Los agravios de potenciar el problema, radica no solo en la representación de la mujer en el ambiente laboral, sino de su afectación hacia su empoderamiento, siendo constantemente minimizada por su esfuerzo e intelecto. 

La mujer, debe ser considerada como una participante esencial de la estructura económico-social, especialmente, al demostrar sus capacidades que la desencadenan a permanecer solamente en casa. Los techos de cristal, son otra expresión de una exclusión social y violencia de género, haciendo vulnerables sus derechos e identidad.  

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com 

Referencias: 

Ramos, A.; Barberá, E. & Sarrió, M. (2003). Mujeres directivas, espacio de poder y relaciones de género. Anuario de Psicología, 34(2), 267-278. 

Mejía Vázquez, R., Serrano-Barquín, R.C., López Carré, E. y Serrano-Barquín, H.P. (2017). Participación de las mujeres en empresas de hospedaje del municipio de Toluca, México. Análisis de su empoderamiento. Investigaciones Turísticas (14), pp. 21-44. 

UNESCO (1955). ¿La mujer es un ser inferior? El Correo, 11, 1-44. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0006/000698/069853so.pdf 

(Foto: Aranxa Solleiro) 

Tags: en Opinión
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