Después de limpiar el jardín del monasterio de Todaiji, un monje acompañó al maestro Ganto Takada a una caminata por el monte. De manera inesperada, el maestro se arrodilló ante un gran trozo de excremento y clavó en él una barra de jabón que escondía en su kasaya. Luego preguntó con una voz que producía un sonido musical:
–¿Qué sucedió primero, Harumi? ¿Una parte del jabón se ensució de excremento o una parte de excremento se limpió con el jabón?
Ante la cara de aflicción del monje, Ganto añadió:
–No te preocupes. Este será tu koan. Ve al monasterio de Nansen, y cuando encuentres la respuesta, regresa. Aprende de los sauces, Harumi, y recuerda: si ves al buda, córtale el cuello.
Años después, Harumi volvió al monasterio de Todaiji en busca de su mentor. Cuando llegó, un bonzo le preguntó qué era lo que deseaba.
–Busco al maestro Ganto.
El bonzo fue a avisar a Ganto, quien minutos después apareció en la entrada del monasterio, con su kasaya de siempre, con su sonrisa de siempre.
–¿Quién me busca? –le preguntó Ganto a Harumi.
–Soy un monje que en ocasiones tiene una mente limpia, como una barra de jabón, y a veces, sucia, como un gran trozo de excremento.
Ganto lo miró de arriba abajo, tras lo cual comentó:
–Vaya, te confundí con Harumi.
Dicho lo anterior, le dio la espalda e indicó con una mano que cerraran el portón.