El periodo de tragedia por la pandemia ha hecho que vivamos escenarios que nunca imaginamos, incluso para aquellos que trabajan de la mano con la muerte. Así lo dice Oscar Olarte, exhumador del Panteón General de Toluca.
Miguel García Conejo
Tras un año de permanecer cerrados, él y su equipo se alista para abrir las puertas de los cementerios, estos espacios que conjugan el tabú de la muerte, el antes y después de la existencia.
“Hay muchos casos de las familias que vienen y pues cuando son jóvenes los difuntitos son los que más llora la gente, a lo mejor los grandes sí les lloran, pero no al igual, y los bebés chiquititos es una casa que te entra en el corazón y se siente que quieres llorar”.
Pese al centenar de historias de dolor que le ha tocado acompañar, reconoce, nada como la pandemia de covid 19, donde se cumplía la ley de que la muerte es en soledad, las jornadas de trabajo extenuante, dice, reflejo de la tragedia que vivimos…y que podemos repetir si bajamos la guardia.
“Se nos juntaron los difuntitos de a cinco de a seis diarios, diarios, diarios sin un día de descanso, de hecho hay compañeros que de aquí mismo han fallecido, no son muchos, otros que fueron hospitalizados en terapia intensiva que la libraron, pero ahí siguen es una cosa que nos sucedió muy fuerte y ahora sí que con todo nuestro dolor hay que sacar este trabajo adelante”
Mariano enciende su radio para hacer sus jornadas más llevaderas, acompaña la imagen de los suyos para saber que tiene que volver a casa, reconoce que el silencio del camposanto puede ser desconcertante y volver locos a quienes no estén preparados.
“Yo también me hacia esa pregunta, ¿cuándo llegué a trabajar ahí?, si me va a dar miedo, pero, gracias a Dios, hago mi trabajo con todo respeto”.
Llena la intensidad de esos silencios con el trajín de sus herramientas de trabajo donde la constante es el agua y el polvo, tal vez porque como el agua, nosotros también habremos de volver al origen, y que en cada sepelio se cumple la máxima de que polvo somos y en polvo nos convertiremos.
(Foto: Miguel García Conejo)
