Laura Barreal Danel
Muy estimad@ lector@ !Cada edición representa para mí una magnífica oportunidad para entrar en contacto con Usted, saludarle, desear que tenga salud, al igual que todos los suyos y también me es grato agradecer de su parte, el tiempo y espacio que en su agenda dedica a la lectura de éstas líneas. Las cuales, el día de hoy vamos a dedicar a meditar un poco sobre algunos aspectos que la pandemia ha traído consigo.
En mis pesquisas sobre el referido tema, me encontré con un texto que por su gran riqueza interdisciplinar llamó mi atención y me gustaría compartir con mis lectores algunas ideas y reflexiones que estoy segura nos serán de gran utilidad.
El texto de referencia se titula “Vulnerabilidad, esperanza y resiliencia frente a la adversidad” publicado por la UIC, “Universidad Intercontinental”.
En la presentación, el Rector de la Universidad Intercontinental, Ing. Bernardo Ardavin Migoni, nos comparte interesantes reflexiones que sustentan el desarrollo de dicho trabajo.
En principio acota cómo es que, la soberbia y vanidad que venían caracterizando a la humanidad en los últimos tiempos, ha sido duramente golpeada por el virus de la Covid-19 y frente a lo cual nos hemos sentido impotentes.
Asimismo, señala que un poco forzados hemos redescubierto al otro, a la familia, a la comunidad y que nos hemos visto obligados a reunirnos y a convivir, modificando nuestra cotidiana rutina que dedicaba gran parte del día al margen de los demás, a nuestro trabajo. Situación que al principio, nos produjo miedo debido al desconocimiento del destino nuestro y de los demás, dentro de ésta tragedia universal. Haciendo, a su vez, una interesante consideración respecto al miedo que puede y debe ser controlado a fin de que no se convierta en pánico irrefrenable.
Respecto a las consecuencias de la contingencia el autor refiere que han sido múltiples y que los cambios se han dado en todos los ámbitos:
En el aspecto económico, el autor alude a un “desastre mundial” debido a que el modelo moderno de producción descentralizada, casi atomizada, está naufragando por la rotura de las cadenas de suministro global.
Ardavin Migoni en la vertiente política aduce que en general los liderazgos se han visto rebasados prácticamente sin excepción.
Al referirse a la muerte, argumenta que la hemos sentido con mayor cercanía, como destino indefectible de toda criatura humana. Sin embargo establece que podemos constatar que siempre ha estado ahí, frente a nosotros, aunque debamos aceptar que frecuentemente tratamos de esquivarla sin detenernos siguiera a reconocerla, como si el ignorarla nos empoderara para vencerla.
Y sobre los pobres y los desfavorecidos el autor argumenta que, como todos sabemos, en todas las calamidades resultan los más afectados y que, en las consecuencias de esta pandemia no se dará una situación distinta.
Acerca de lo que podemos inferir que resultará de ésta pandemia, Bernardo Ardavin atinadamente señala en el texto que desde luego no será fruto del azar. Y menciona como indispensable volver al verdadero humanismo, partiendo de un cuestionamiento que nos ofrece, ¿quién es la persona humana de la que tanto se habla, sus derechos, sus satisfacciones, su felicidad?. Reflexiones donde no puede ser ignorada la dimensión trascendente en esta existencia que es limitada, es corta y, por tanto, sus bienes y también sus males, como ésta pandemia, se acaban. Sin embargo, el proceso puede ser doloroso o gozoso, depende de nosotros. Recordemos que nuestra libertad interior nos permite “elegir” la respuesta individual al ser cuestionados por la vida a través de las diferentes circunstancias que se van presentando. Y dado el caso que alguien no acepte elegir, también estará eligiendo no elegir.
Bernardo Ardavin menciona al tesoro de la Fe, muchas veces oculto, y que ahora en algunos casos ha sido redescubierto y que nos permite acercarnos a la Esperanza que no defrauda, porque nace de la confianza en un Dios personal cuya definición es el amor. Por ello, argumenta el autor, cuando sabemos que ésta existencia es pasajera, y que la muerte es el destino universal de todo viviente, también estamos convencidos de que no es el punto final que abre el abismo hacia la nada, sino a la verdadera vida, bienaventurada y sin término.
La pandemia nos ha revelado, entre otras muchas cosas, que nuestra existencia es pasajera y que absolutamente todos, tarde o temprano, nos enfrentaremos a la muerte. Los creyentes sabemos que ésta no será el final, sino marcará el principio de una eternidad, a la que todos hemos sido llamados desde nuestra concepción.
El peregrinar por la vida nos ofrece infinidad de oportunidades para encontrar el verdadero sentido para el cual estamos viviendo y ésta pandemia no es la excepción.
En otras ediciones, nos hemos referido a los valores que el mundo ha venido privilegiando durante los últimos tiempos y que tienen que ver con la belleza física, el poder, el dinero, subestimando a los pobres y a los débiles y así, la humanidad se ha venido distrayendo con las apariencias y la búsqueda de confort, adormeciendo y nublando conciencias.
Cabría entonces una reconsideración….….¿Qué espacio le hemos dado a la “verdad” en nuestro proceder, como motor que nos mueva a promoverla y a defenderla? Y no estamos hablando de “tú verdad”, “mi verdad”, como el relativismo lo establece, aceptando éstos sofismas como algo absolutamente cierto para así, no “atrevernos” a defender las propias convicciones por temor a ser estigmatizados tal vez como “anacrónicos” o “anticuados”, perder popularidad.
El autor subraya que lo que resulte de esta pandemia no será fruto del azar ni mucho menos, conjeturando que tendrá como fuente determinante la actitud voluntarista de algunos poderosos en la política o en la economía. Y arguye que, sin duda, en el mejor de los casos, será lo que la libertad humana organizada, recuperando sus mejores virtudes, decida para atender al bien común, señalándola como condición necesaria para una vida más humana.
Enfatizando así, lo indispensable que se hace patente que es volver al verdadero humanismo:….. ¿quién es esa persona humana de la que tanto se habla, cuáles son sus derechos, sus satisfacciones, su felicidad?… Frente a tales consideraciones, remarca Ardavín, no puede ser ignorada la dimensión trascendente en esta existencia, que es limitada, es corta y, por tanto, sus bienes y también sus males, como esta pandemia, se acaban. Sin embargo acota, el proceso podrá ser doloroso o gozoso, dependiendo de cada uno.
Querid@ lector@ ! Si nos detenemos a reflexionar con valentía sobre tales conceptos, podríamos llegar fácilmente a la conclusión sobre cómo es que yo deseo vivir mi propio proceso en clave de trascendencia para dimensionar la propia finitud y la de todo aquello que me sucede y me rodea, llegando así a una recapitulación sobre la importancia del cuidado que personalmente se requiere, en el uso de la libertad que nos ha sido otorgada como don precioso para construirnos y construir nuestra propia vida a través de elecciones personales.
Y….Hasta la próxima, querid@ lector@
