06/May/2024
Portal, Diario del Estado de México

Oquetza, camino a la raíz

Fecha de publicación:

Carla Valdespino Vargas

Aztecas, mexicas o mexcas I

Nos encontramos frente a la gran diosa del agua, cuyo rostro casi olvidado por el tiempo y la memoria nos da la bienvenida al Museo Nacional de Antropología. Continuamos nuestro camino a la plaza de acceso, dos grandes incensarios flanquean nuestros pasos; admiramos la gran fachada de mármol que da cobijo al Escudo Nacional tallado por el escultor Chávez Morado. Después de pasar por los controles de seguridad, nos adentramos al vestíbulo, en cuyo centro se encuentra una réplica del templo de Cuicuilco, icónica ciudad mesoamericana del periodo preclásico, réplica que alberga un foro y, en cuya cúspide se exhibe “La pieza del mes”, réplica que generalmente pasa desapercibida, pues nuestros pasos se encuentran ansiosos por cruzar el segundo ventanal, visitar la tienda o admirar el mural de Tamayo tendrá lugar, quizá, al término de nuestro recorrido. 

Un enorme patio techado nos ofrece un poco de sombra, una enorme ceiba de bronce embellece esta primera parte de la explanda. A la distancia brilla el sol y un enorme estanque da cobijo a un enorme caracol, también de bronce, arte de Iker Larrauri. Nuestra mirada llega hasta  la gran sala mexica. Inmediatamente nos encaminamos a ella, pues en realidad contamos con poco tiempo. No, nunca hemos podido recorrer todas las salas del Museo, pero bueno, finalmente la sala más importante es la mexica… eso nos han hecho creer.

Al cruzar el umbral mexica, el contraste luz-sombra es drástico, cuando nuestros ojos logran aclimatarse tenemos frente a nosotros un enorme Cuauhxicalli. No sabemos muy bien hacia dónde comenzar el recorrido, el sentido común nos indica que tomar el pasillo de la derecha es lo más adecuado, aunque nuestros ojos nos lleven hacia la Piedra del Sol, pero seamos pacientes. Al girar a la derecha, nos topamos con un pequeño monolito, quizá de un metro de altura, nos “estorba” un poco, tratamos de encontrarle sentido, la ficha arroja un poco de información: “Teocalli de la guerra”. Continuamos por los pastillos, nuestra mirada se encuentra con las Cihuateteo, quizá el “Disco de Chalco” llame nuestra atención, la información nos dirá que también se lo conoce como Monolito del mercado o Tianquiztli, y quizá nos preguntaremos sobre su significado y sobre el porqué de sus dimensiones y, en eso momento nadie nos dirá que no solo representa al mercado sino también al lugar a donde confluye el universo mismo. 

Nuestros ansiosos pasos por ver a la Piedra del Sol nos llevarán a la Piedra de Tizoc, subiremos las pequeñas escaleras que nos ayudan a admirar el relieve. Hay muchas piezas, poca información; las vitrinas pasan desapercibidas, quizá y solo quizá nos detengamos a ver algunos ejemplos del arte mexica, entre ellos un códice, cuyo título rezará: “Tira de peregrinación /Códice Boturini”; veremos con detalle o con prisa, (eso depende de nuestra ansiedad por ver “lo más importante” de la sala) las escenas que nos muestra. 

Finalmente salimos de esa sección y nos encontramos con la réplica de un templo; admiramos las almenas y las piezas de una ofrenda. Nuestro cuerpo gira a la izquierda y vemos de costado “La piedra del Sol” (mejor y mal conocida como “Calendario azteca”). Aceleramos el paso, tratamos de comprender de qué se trata, qué dice o cómo se leían los días, finalmente era un calendario ¿o no? Tomamos la foto oficial. Si tenemos suerte, habrá un guía explicando, someramente, el significado de uno de los monolitos más grande del arte mexica y nos daremos cuenta de que no era un calendario, pero sí representaron el Cemanahuac y las diferentes etapas de creación, hasta llegar al Quinto Sol.

Una vez que nuestros ojos se hayan saciado de la Piedra del Sol, nos acercaremos a la gran Coatlicue; la ficha de información arrojará datos básicos como: “La diosa con falda de serpientes” y claro, veremos las bellas serpientes que se entretejen unas con otras hasta formar una tela serpentina y quizá y solo quizá recordemos nuestros días escolares y vendrá a nuestro pensamiento la historia de esta diosa y su relación con Huitzilopochtli.

Para este momento del recorrido estamos cansados, así que el ala izquierda de la sala será explorada de manera rápida, quizá y solo quizá, otro día nos daremos una vuelta con más calma. Apenas admiraremos a Chicomecoatl;  las representaciones de animales como el coyote emplumado. Claro, nos detendremos en el rostro de Coyolxauhqui; en la fascinante representación de Xochipilli y después… la réplica del Penacho de Moctezuma, comentaremos sobre los intentos de traer el original de Viena o nos preguntaremos cómo fue a parar hasta esa ciudad europea. 

Al cruzar el umbral mexica, el contraste luz-sombra es drástico, cuando nuestros ojos logran aclimatarse estaremos frente a un enorme estanque y un enorme caracol de bronce. Ya hace hambre, así que apresuramos nuestro andar hacia la salida. Cruzamos el gran ventanal, nos detenemos en la tienda, quizá y solo quizá compraremos un recuerdo. 

Salimos del Museo Nacional de Antropología. 

Se nos olvidó admirar el Mural de la Dualidad de Tamayo. Ya vendremos en otro momento.

¡Alto! Tenemos que regresar. No pusimos atención en algunas piezas clave para comprender quiénes fueron realmente los mexicas ¿o aztecas? ¿o mexcas?

Sí, ese monolito de la entrada que nos estorbaba un poco para continuar nuestro andar es trascendental, pues nos explica la fundación de Tenochtitlan. Sí, ese códice que vimos de manera rápida nos cuenta la historia de la peregrinación que realizaron los aztecas desde el norte hasta llegar a la cuenca de México, donde fundaron una de las ciudades más importantes del mundo y sí, también nos cuenta cómo y por qué cambiaron de nombre a mexicas. Y sí, nos perdimos de admirar la fabulosa réplica de este mismo Códice en el marco de la puerta del museo. Y sí, el cansancio ya no nos permitió conocer el pensamiento dual de los nahuas, que Tamayo plasmó con maestría. 

En la próxima entrega de Oquetza, camino a la raíz, les contaré más detalles sobre este fascinante pueblo y esos pequeños detalles que nos pudimos admirar-comprender en nuestra visita al Museo. 

Espacio de reflexión decolonial sobre el mundo mesoamericano y las naciones indígenas del siglo XXI

ipalnemohuani77@gmail.com

ig: @oquetzacamino   FB: Oquetza. Camino a la raíz

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