19/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Bandera Blanca / Yo conocí al poeta Enrique González Rojo Arthur

Fecha de publicación:

Luis Sánchez



…y un día
renunciaremos al dolor de bestias
para empezar a padecer como hombres


Enrique González Rojo Arthur

Difícil recordar un poeta de jerarquía en los últimos tiempos, no sólo en la vida literaria, sino en la vida. Enrique González Rojo Arthur ha muerto este viernes 5 de marzo, a los 93 años, y con él se va tal vez la última figura entera de la literatura nacional del siglo XX. No es que los “sobrevivientes” no tengan méritos, pero González Rojo tenía la fuerza de la congruencia letra por letra y palabra por palabra.
Este maravilloso forjador de mundos era tan todos, tan cualquiera; único y capaz de hacernos olvidar que su padre fue uno de los Contemporáneos, nuestros renovadores líricos, (aunque, personalmente, no tan bueno como Villaurrutia, Owen o Cuesta, hijo de la muerte prematura, aquel Enrique González Rojo “a secas”) y que su abuelo era nada menos que el otro renovador, reconstructor del modernismo, Enrique González Martínez.
Y con la tradición renovadora y en condición de ruptura, también reveló que puede estallar el verso con la sencillez del lenguaje y la voluntad ideológica, la militancia radical en el sentido más puro de lo radical, en el sentido vivo, en la izquierda siniestra con que pretenden asustar a la gente, porque no saben que la voz incendiaria de la verdad vive en todos aunque esté oculta. Sin la vacía verborrea del panfleto ni la engañosa retórica del orador, la lírica de Rojo Arthur discurre como un relámpago en la noche.
Él sabía que “en un hotel de mala muerte/ puede ocurrir un milagro”, que las cosas en un cuarto se transforman a cada segundo, que el poema es la nave donde “suena largamente la sirena del título/ llamando a la tripulación” y que la realidad es una metáfora del sueño.
He visto y sido rodeado por la vanidad de los que se llaman poetas, artistas, sabios y doctos (como dice otro González, Rockdrigo), vendedores del pensamiento, perversos que se doblan de un monedazo, o puestazo, vaya uno a saber. Ahí jamás lo vi.
Hoy releo algunos poemas suyos porque ha muerto, y me doy cuenta que está más vivo que nunca. No me agobio en comprender porqué algunas personas, sin conocerlas, son trascendentes. Pero de alguna forma conocí a Enrique González Rojo Arthur. Cuando este poeta Rojo rechazó el premio de Bellas Artes en 2018, porque se lo habría entregado el infame Peña Nieto, no hizo ningún acto heroico, sólo un breve acto de justicia, un breve acto de justicia. Aunque yo había leído sus obras, lo había visto en entrevistas y lo escuché un par de veces en conferencia, ahí fue donde lo conocí en verdad.
Yo conocí al poeta Enrique González Rojo Arthur, era tan cualquiera, era mi amigo tallerista, mi amigo docente, mi amigo músico anónimo, artista no premiado, artesano sin nombre en alguna placa de bronce.


Contacto:
Facebook: Luis Sánchez
Twitter: @Leometeotl
(Foto: ELEM)

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