Luis Sánchez
(El ignominioso caso de la “inteligencia” al servicio de la ignorancia)
PARTE I: INTELECTUALES
“Si parece pato, nada como pato, grazna como pato, probablemente sea un pato” es una frase popular estadounidense para señalar algo evidente, y aún así el “probablemente” deja espacio para la duda. De este lado del Bravo preferimos un dicho más sensato para prevenirnos del engaño: “el león no es como lo pintan”.
Podríamos hacer una analogía con “defensores del intelecto”: si habla bonito, revuelca frases ingeniosas con palabras rimbombantes y usa lentes telescópicos probablemente sea un intelectual… un respetable señor o señora que estudió mucho y lee con fervor inagotable. Estas damas y caballeros son capaces de citar a Yourcenar y una docena de literatos, filósofos o sociólogos en un ensayo breve y conciso, aunque defienda una falsedad.
Y con títulos ostentosos y con estudios avanzados y con prestigio académico, no son capaces de hacer un simple análisis al alcance de cualquier mortal (quizá por eso no lo hagan, les parecerá una bajeza), una investigación con dos “clicks” de “ratón” para comprobar su argumento y detenerse o reforzarlo. Invocan la prudencia y razón siendo imprudentes e irracionales, obnubilados por la idea fija: “yo estoy bien y tú estás mal”.
PARTE II. INFODEMIA
En la columna de nuestro compañero Augusto Isla, titulada “la avaricia”, tal inexactitud nos hace cuestionar la capacidad reflexiva de “los dueños de la verdad”; publicada el 9 de febrero pasado en este Portal, diario del Estado de México, nos da noticia de que Forbes, publicación de vocación financiera, incluyó al presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos como uno de los millonarios más acaudalados del mundo. Yo, naturalmente, y como es deber de cualquiera que se jacte mínimamente de pensar antes de actuar, corroboré la nota.
El discurso obradorista quedaba desgajado con esta información, vaya, decir que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre” y caer en esa infame contradicción, no amerita menos que el repudio. El primer indicio fue que, habiendo tantos reflectores que acusarían al presidente si éste robara un centavo, seguramente lo destrozarían, como han intentado básicamente todo el siglo XXI, eso habría sido un escándalo nacional, y con verdad, no como los supuestos escándalos nacionales en ciertas publicaciones azules o verdes.
Resultó falso, y no sólo eso: la página que comparte el video es de un diario satírico, es decir, que comparte “noticias” de broma, falsas, como hechos “de cotorreo”, pero advierte que lo son, precisamente para evitar estos entredichos malintencionados. Lo peor es que esto lo informó Animal Político y hasta Infobae, desde el 2 de febrero.
PARTE III: “Inteligencia” al servicio de la ignorancia
El problema con esto es que si una mente “capaz” omite asegurarse de la información, el padecimiento de infodemia crece, y las personas que no tienen el oficio para discernir entre la información falaz y la legítima consumen la mentira como verdad absoluta. Hecho que después provoca la famosa polarización.
Uno quisiera pensar que esto es una casta pequeñez, que es solo uno de tantos; no obstante, académicos e intelectuales con una tribuna “más alta” emiten este tipo de aseveraciones, no sólo sobre el presidente, con el fin de confundir, de cegar la opinión pública. Y lo más vil: porque atribuyen ignorancia plena al “vulgo”, a quienes día con día han adquirido conocimientos distintos, con otra cultura: los conciben como ignorantes, y no lo son.
Pareciera imposible que hombres y mujeres con tanto bagaje siquiera tengan esto en mente. Pero es irreductible desde siempre. El conocimiento es sensato si se debate y rebate, no si se acartona con el fin de sustentar la necedad. Cuando esto ocurre, quienes acusan de demagogos, déspotas y autoritarios a quienes no piensan igual, se convierten en eso que tanto critican. ¿Verdad que no son tan intelectuales los intelectuales?
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