“Un arte importante de los políticos es encontrar nombres nuevos para instituciones que bajo sus nombres viejos se han hecho odiosas al pueblo’.
Talleyrand
Don Dámaso
CASTILLO DE NAIPES: Observamos con asombro, que cada día los mexicanos vivimos abrumados en una cronificación del resentimiento, sometidos a un régimen regresivo, con ansias de ser represivo, que se encierra en una visión punitiva de los problemas. Que goza arramblando las instituciones democráticas de la República Mexicana con insana jovialidad. Que se alimenta con el amargo goce del rencor y de la venganza, que no busca soluciones sino pretextos y castigos. Que vive en un frenesí de revanchismo sesentero en donde no quiere ver interlocutores, solo culpables, donde lo suyo es la descalificación.
Su mordaz placer, ahoga la alegría de los mexicanos por mostrar entusiasmo para salir juntos, y bien librados de la pandemia. Su ironía basada en el deseo de rebajar, y no de mejorar, agrede a los mexicanos, es tóxica para las relaciones en la medida en que aumenta las tensiones y resentimientos sin buscar soluciones razonables y viables.
En lugar de cavilar, debiera de reflexionar. Cavilar no es la solución. Con alusiones en ocasiones veladas y las más explícitas en un mar de ambigüedades, el fuerte oleaje deriva en estados de ánimo hostiles, que cada día nos alejan más del faro que nos lleve a tierra firme y, que en sentido contrario, nos lleva a altamar en dirección a subvertir el orden social, remolcados por un trasatlántico con bandera de ideologías que han acabado como el Titanic.
Con una nación que demanda inmunidad ante la pandemia mundial y rechaza los ventarrones de la impunidad de un fanático poseído de perversos y oscuros instintos, hoy cobra vida la consigna del Príncipe Talleyrand cuando sentenciaba: La palabra se ha dado al hombre para que pueda encubrir su pensamiento. Cuanta falta esta haciendo un léxico del líder cuaternario que sea de utilidad para analizar y reflexionar a fondo el impacto y alcance de sus palabras y expresiones venenosas, insidiosas y envolventes, que solo buscan el poder que sostenga sus caprichos ideológicos por encima de la razón y el sentido común; y no, el pueblo no es primero, es, como quedó troquelada en los anales de la historia nacional la frase de Vicente Guerrero: LA PATRIA ES PRIMERO. Y que por cierto, el pasado 14 de febrero se cumplieron 190 años del fallecimiento de este caudillo de nuestra Independencia y no fue recordado.
El saldo de los cuaternarios: Al menos un cuarto de millón de muertos por el terrible COVID19, un desastre en la operación y logística de las vacunas, violencia desenfrenada con más de 33 mil asesinatos anuales, apagones, caída económica de 8.5%; caída en inversión foránea de 12%; 10 millones de nuevos pobres y 12 más sin ingresos. Y en política, lo único que cuenta son los resultados por encima de las torpes y repugnantes mentiras.
PONIENDO LAS CARTAS SOBRE LA MESA: Ahora creo entender aquello de que el COVID19 “le vino como anillo al dedo”. Después de un año de cebar la pandemia con ineptitudes estructurales, pues sí, crecieron los pobres y ahí precisamente los cuatreros tienen el venero de sus votos con sus programas asistenciales simplistas. Por eso les vino como anillo al dedo, su base electoral creció a fuerza de ineptitudes siniestras.
JUGANDO CON LAS CARTAS BOCA ABAJO: Y de pronto una tarde de este fin de semana, el primero de la cuaresma, me preguntaba: ¿En Rusia les gustará el beisbol? En Cuba y Venezuela me queda claro que sí.
Y vaya que me rindió el fin de semana para ver la serie de Chernobyl y por alguna razón se me ha quedado grabada esta frase lapidaria de Valeri Lagásov, Jefe de la Comisión que investigó el desastre de la planta rusa: Cada mentira que contamos es una deuda con la verdad, tarde o temprano hay que pagarla.
