Laura Barreal Danel
¡Querid@ lector@ ! Me es grato saludarle y desearle a Usted y a los suyos que se encuentren bien de salud y que reciban abundantes bendiciones. Agradezco infinitamente el tiempo y espacio que Usted dedica en su agenda para la lectura de éstas líneas que en ésta ocasión, dedicaremos al valor de la gratuidad.
Si logramos comprender que la vida es un don, luego entonces, si encarnamos el don de la vida, el regalo de la vida, podremos asumirnos mi existencia como un don, como un regalo que, a su vez, implica una esencia de vida que consiste justamente, en ser ese don que somos, lo que cada uno es, para brindarse a los demás, desde lo que como persona se es.
Ahora bien, ¿qué es y en qué consiste la gratuidad?………Andrés Jiménez nos comparte que, dentro de las muchas definiciones encuentra una que él considera apropiada para las condiciones actuales de la sociedad y que señala a la gratuidad como…… “Desprenderse gratuitamente de algo sin esperar una contraprestación, dando ese “algo” (amor, felicidad, solidaridad, empatía, sabiduría), siempre, cada vez que haya una oportunidad y no de manera intermitente, dependiendo del estado de ánimo. Pero, subraya el autor, “gratuidad es también todo aquello que no se puede comprar con dinero”
Y nos hace la reflexión sobre que, cada persona humana posee un don, un regalo que nadie le cobró ni por el que hay que pagar (capacidades, competencias, valores, etc.) que, precisamente, por su naturaleza humana, específicamente por su espiritualidad, todo ser humano desde una perspectiva ética ofrecerá esos dones a otros sin que, por ello, los vaya a perder. Más bien, ocurre a la inversa, mientras más se dan esos dones, más crecerán en el interior de cada uno. Y si, por el contrario, no se comparten, se apagan.
Desde la Antropología de la donación, se considera al don como principio de la acción humana.
Al respecto, Bayron León Osorio Herrera, Doctor en Teología. Docente de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, se refiere a que, en muchos lugares y ambientes asistimos a condiciones muy preocupantes para los seres humanos, citando que, las relaciones que establecemos, en ocasiones, no humanizan y que, urgen otras posibilidades y condiciones antropológicas para reorientar nuestras acciones y los vínculos con los otros. La antropología de la donación prescribe la gratuidad de la existencia y entiende al hombre como un don y, el autor propone una revisión de diversas categorías antropológicas para instaurar un orden de gratuidad y donación para la existencia.
En un interesante análisis que el autor hace respecto a las instituciones y sistemas (política, economía, formas religiosas y cualquier actividad humana), señala que todas son controladas por personas y que, son seres humanos quienes están detrás de tales configuraciones, en las cuales se dan constantes cambios y sus fuerzas siempre están en movimiento. Sin embargo, señala el autor, esas fuerzas son las propias personas, los individuos mismos, cuyas decisiones y acciones y consecuencias de éstas, afectan toda actividad y las relaciones establecidas en su interior.
Asimismo, alude el autor cómo es que, en efecto, la economía, la política, o la ética, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizadas cuando sus garantes tienen sólo referencias egoístas y de ésta forma se puede llegar a transformar medios de por sí buenos, en perniciosos. Y estas consecuencias son producto entonces, de una razón oscurecida en el hombre, no del medio en cuanto tal. Por lo cual, alude que a quien se deben hacer reproches no es al medio o al instrumento, sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social.
Bayron León nos recuerda que, bajo cualquier esquema social, político, ético…..quien atenta contra la vida del otro, quien lo margina y relega, quien abusa de sus posibilidades frente al poder, que se apropia de los bienes para su propio provecho, es un ser humano. Y subraya, acontece entonces un problema antropológico presente en el tipo de relaciones que los seres humanos establecemos entre nosotros con las realidades que nos asisten. Añadiendo que, podemos establecer relaciones de todo tipo y de acuerdo a esta configuración decidimos y se decide nuestro obrar. Y así, las acciones humanas se realizan en un contexto de relaciones que dotan al ser humana de patrones de conducta y modelos para la consecución de sus fines.
Y el autor nos hace una reflexión en cuanto a que, si revisamos la calidad de nuestras relaciones y los efectos de nuestras acciones tenemos una pista para entender el problema. En muchas situaciones hemos establecido relaciones no muy saludables. Muy a menudo nuestra relación con el dinero es perniciosa, y recrea un mundo de depredación para obtener el máximo beneficio desatando toda clase de codicia y patrocinando los esquemas más viles de violencia. Acerca de la relación con las personas, el autor alude a que a veces éstas se convierten en consideraciones útiles para alcanzar nuestros fines.
Percatarnos de los temas que Bayron pone sobre la mesa, nos lleva irremediablemente a cuestionar nuestro “estar” en la vida, a partir de la consideración personal de la gratuidad de la cual hemos sido receptores, desde la vida misma como don, como regalo para entonces, aceptarnos a nosotros mismos, tal cual, y como consecuencia hacernos conscientes sobre nuestra disponibilidad.
En el texto, “Ventanas de esperanza”, publicado por la UIC, Lucero González Suárez, en su participación cita “Las enseñanzas de Gabriel Marcel para un tiempo de crisis”, quien se refiere al egoísmo y al amor, como raíces existenciales de la indisponibilidad y de la disponibilidad, reconociendo al amor como la aptitud para darse a los otros. Y Marcel destaca que, amar es implicarse en la vida de los otros, para procurar su bien añadiendo que, mientras el hombre que ama está volcado hacia afuera; el egoísta está encerrado en sí mismo.
Marcel alude a la disponibilidad como una capacidad para hacer donación de lo que se ha recibido. Que el mayor de los dones es la propia existencia. Y subraya, hasta el hombre más insensato, sabe que no se ha dado a sí mismo el ser. Y afirma, a la existencia subyace un acto misterioso de gratuidad. Que la vida no es una posesión disponible, pues no se trata de algo que se tiene sino de lo que se es y, dicho con mayor exactitud, de lo que se llega a ser por medio de la acción.
Estimado(a) lector(a)!…..La pandemia que vivimos ha sido declarada por la OMS una emergencia de salud pública de preocupación internacional el 30 de Enero del 2020, la cual ha sacudido a la humanidad entera y aunque, a la fecha hemos podido apreciar sus terribles efectos en la salud, en la economía, en la educación, en la vida laboral, en la cultura, así como en la forma de vivir y relacionarnos con los demás….Sin embargo….¿Hemos podido acaso, vislumbrar las grandes lecciones y aprendizajes de vida que nos deja ésta experiencia?
Y….Hasta la próxima, estimado@ lector@
¿Te gustaría descubrir las grandes lecciones y aprendizajes que despertar tu conciencia y ayudar a los tuyos a que también lo hagan?
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