Aranxa Solleiro
Proveniente del municipio de Arcelia, Guerrero, Ana decidió trasladarse a un sitio donde pudiera obtener mejores ingresos para su familia. Desde el año 2002 habita en la ciudad de Toluca considerándola desde entonces como un pilar para cumplir con su objetivo.
Al ser madre soltera, tuvo que buscar un ingreso para no dejar de apoyar los estudios en aquellos tiempos de su hija y con ello, aportar a su crecimiento profesional. De tal manera, decidió establecer una miscelánea que le permitiría asegurar día a día una ganancia económica y desde su inicio, le ha sido fiel a su negocio.
No obstante, desde mitad del año pasado, sus ingresos se han visto afectados, puesto que no ha sido capaz de vender el porcentaje de cada año no solo por la ausencia de clientes sino también, por el incremento de precio de los productos.
“Los últimos meses han sido difíciles, por lo menos de noviembre para acá, como que la gente ya solo ha venido para comprar lo necesario, ya sabe: leche, huevo, pan y de ahí ya casi no pasa, más allá del refresco. Además algunos creo que también han estado sin trabajo y pues ya no se dan el lujo de comprarse alguna golosina más, hay veces que regresan los proveedores y encuentran mucho de lo que me dejan, hasta se han llevado productos caducados.” Argumentó tras su protección de hierro.
Para Ana el descanso y el confinamiento no está permitido, considerando que su negocio al ser esencial para los vecinos, no puede permanecer cerrado: “¿además de qué como si no abro?” Mencionó angustiada. “Yo no he podido cerrar, debo seguir saliendo para vender y para surtirme de lo que necesito para la casa y para la tienda, no hay más. Mi hija a veces me echa la mano pero casi siempre está en su trabajo, entonces yo tengo que hacerlo, no me cuesta nada porque bendito sea Dios me puedo mover bien y hacer mis cosas por mí sola pero pues si fuera otra la situación, si yo tuviera otro tipo de pensión a lo mejor, tal vez sí podría quedarme en mi casa.”
El uso de cubrebocas por otra parte, para ella ha sido mínimo y un elemento no considerado como esencial, puesto que dice sentirse incómoda al portarlo y ha notado que la mayoría de sus clientes no lo utiliza: “Siento que me asfixio, me estorba para limpiar la tienda o para moverme y le voy a decir la verdad, casi nadie de los que vienen, lo usan, siento que ya cuando nos toque, nos tocará. Quisiera que ya no pase nada, que ya no escuche que gente se muere, hay mucha gente sufriendo de falta de dinero y también de salud, seguro a mí también me tocará o a mi hija, Dios quiera que no, ¿verdad? Pero qué puedo hacer si por mucho cubrebocas que uno use, nos podemos contagiar hasta tocando cualquier cosa.” Dijo.
Ana, sale todos los días desde las siete de la mañana, hasta las nueve de la noche, abre de lunes a domingo sin tregua alguna y en ocasiones cuando tiene que salir, abre por lo menos la mitad del día para no darlo por perdido. Su vida es el trabajo y su negocio, el cual le ha impuesto sacrificios constantes y ha sabido sobrellevarlos para continuar, sin embargo, comenta: “Ya no me quiero preocupar, deje de ver las noticias, no me gustan, solo me deprimo mucho y me preocupo más de la cuenta, solo me enfoco a trabajar y a ver por mi familia, eso me toco y decidí hacerlo. Que Dios nos acompañe a todos para ya no padecer este tiempo.” Compartió.
Como Ana, existen 386 mil 623 personas dedicadas al sector terciario en la ciudad de Toluca, de acuerdo a lo mencionado por INEGI en 2020, de los cuales cada uno, espera que la situación mejore, en tanto que las pérdidas han sido incesantes.
(Foto: Aranxa Solleiro )
