Eric Rosas
Ciencia, solidaridad y soluciones
Y cuando inició el 2021, el calentamiento global todavía estaba allí. El año recién expirado terminó también con la segunda década de este primer siglo del nuevo milenio y hace cuatro días se inauguró la tercera década, que deberá concluir con el ultimo instante del 31 de diciembre del 2030, precisamente la fecha en que deberían cumplirse las metas establecidas en 2015 para los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por supuesto, no se cumplirán. Porque para ello se requiere del uso de la ciencia, de la solidaridad de todo el mundo y de la implementación de soluciones que efectivamente puedan resarcir todo el daño que le hemos causado a la Tierra.
El 2020 atrajo la atención de todo el mundo hacia la emergencia que representaba – y aún – el virus del SARS-CoV-2 y con ello nos hizo olvidarnos del problema verdaderamente importante para la humanidad: el incremento acelerado de la temperatura media anual. Cuando a finales de marzo y principios de abril experimentábamos una reducción abrupta de nuestra actividad pre-covid-19, muchos nos maravillamos de poder volver a escuchar los trinos matutinos, que ya se nos habían vuelto experiencias ajenas. Hubo quienes sugirieron que esta pausa obligada podría reencauzarnos hacia las mejores prácticas ambientales. Y, efectivamente, los índices de contaminación atmosférica descendieron durante esos meses de encierro. Sin embargo, pasadas las fechas de pánico y llegadas las celebraciones decembrinas, que típicamente incrementan la quema irracional de pirotecnia, tristemente nos damos cuenta de que la tendencia destructiva prevalece.
A finales de septiembre pasado el colectivo “Unidos en Ciencia 2020” dio a conocer su informe para este año, en el que presenta los datos y hallazgos científicos más recientes acerca del cambio climático, con la intención de que sirvan como insumo de la más alta calidad para el establecimiento de una política ambiental internacional, así como de las acciones consecuentes. Este segundo reporte fue coordinado por la Organización Meteorológica Mundial y contó con la participación de: el Panel Intergubernamental en Cambio Climático; el Proyecto Global del Carbono; la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; el Programa del Medio Ambiente de la ONU y el Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido.
Lo encontrado es verdaderamente aterrador: la temperatura mundial promedio sigue aumentando y el lustro 2016-2020 alcanzó un calentamiento récord. La caída en las emisiones de bióxido de carbono (CO2) relacionada con el confinamiento, no reducirá las concentraciones de este gas de efecto invernadero. Las emisiones de CO2 causadas por la quema de combustibles fósiles aumentaron en 65 % entre el 1990 y el 2019. El deshielo de los glaciares y la nieve amenaza el suministro de agua para miles de millones de personas. El aumento del nivel del mar se está acelerando debido al derretimiento polar. El impacto del cambio climático cae en cascada desde los picos de las montañas hasta las profundidades de los océanos. Las sequías y las inundaciones producen los efectos más numerosos y peores. Con tales evidencias, México debe solidarizarse de inmediato con la humanidad, deteniendo la destrucción de la selva Maya y de los manglares de Dos Bocas; así como el consumo de combustibles fósiles, para favorecer el uso de energías limpias.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
Eric Rosas
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
4 de enero de 2021
