Aranxa Solleiro
“El que sabe morir, hasta la muerte le sabe dulce”
La Dirección de Cultura de la ciudad de Toluca, inició con la primera cápsula de la serie “Crónica de un Dulce” impartida por el maestro y cronista de la ciudad Gerardo Novo Valencia, a través de la cual se pretende compartir anécdotas, relatos y sucesos que han sido esenciales durante el desarrollo de la tradicional elaboración de alfeñique.
El escenario fue el Museo del Alfeñique, ubicado hoy día en la calle Independencia en el centro de la ciudad, misma que hace unos años era el sitio que conectaba el camino real desde la capital mexiquense con la Ciudad de México. El Museo se estableció en una casa antigua, la cual por su arquitectura representa un importante diseño, simbolizando una tradicional casona de la ciudad.
Novo compartió que no solo su estructura arquitectónica es importante, sino que conserva momentos históricos especiales, ya que tras de su puerta entró Miguel Hidalgo, Alexander Von Humboldt y la emperatriz Carlota. Empero, en nuestro presente la casa alberga información y actividades referentes al dulce de alfeñique
Toluca ha sido considerada un sitio primordial para la elaboración de dulces, por su producción de leche, frutas y semillas tales como: higo, limón, piñón, guayaba, entre otros. Siendo considerados dos familias de dulce: los dulces regionales dentro de los cuales se encuentran los jamoncillos de leche y la familia del dulce de alfeñique.
El cronista compartió que el alfeñique es una técnica proveniente de una tradición árabe para la elaboración de azúcar, que se basa en la producción de láminas mediante el uso de un rodillo, las cuales forran moldes de barro y posterior a ello las figuras se decoran.
No obstante, no fue considerada por los árabes para el Día de Muertos, siendo con ello adoptada de manera exclusiva por los toluqueños para ser alusivo a la fecha. Por otra parte, mencionó que existen cuatro tipo de dulces esenciales en la venta de la Feria del Alfeñique, nombrando solo para esta crónica dos: el alfeñique y el vaciado, siendo éste último de donde surgen las calaveras, hechas con un molde en forma de cráneo dividido en dos hemisferios y unidos por una liga quedando como una especie de vasija. Los artesanos crean una miel hirviente que vierten con un cucharón en los recipientes hasta llegar a un color y grosor adecuado, se pone a escurrir y a enfriar durante un día hasta que se retira de su molde inicial.
Finalmente, Novo compartió que a pesar de ello, el dulce de vaciado no es propio de la elaboración de alfeñique, sin embargo la población toluqueña la ha identificado de tal manera, generando así un sentimiento de identidad.
Foto: Aranxa Solleiro
