La mañana de este jueves, la representación de 80 instructores que brindan enseñanza a 250 bandas de guerra escolares en el estado, solicitaron al gobierno del mexiquense un apoyo económico para sortear los seis meses de paro, así como una estrategia que les permita, en la medida de lo posible, regresar a las aulas y a los patios escolares para hacer del replicar de los tambores la mejor guía formativa en los jóvenes.
Miguel García Conejo
La pandemia del Coronavirus ha llevado el silencio a muchos hogares. No solo ha sido la pérdida de un ser querido, también la imposibilidad de hacer aquello que amamos, así lo refieren integrantes de Bandas de Guerra de escuelas públicas del estado que hoy, lamentan, deben acostumbrarse a vivir sin el tronar de los tambores, el repicar de las cornetas y la orden de los sargentos.
Con planteles escolares cerrados, la prohibición para realizar encuentros y sin fecha para volver a las clases, estos grupos intentan sobrevivir sin la posibilidad de tocar juntos; los más afectados son los instructores de los jóvenes que, por el efecto dominó del Covid, se han quedado sin empleo.
“No podemos acudir a las escuelas y obviamente nos quedamos sin trabajo, ya que somos una comunidad de instructores que nuestro salario es autogenerado, que quiere decir que es un pago realizado por los padres de familia, y obviamente los padres de familia también salieron afectados al no haber clases, pues no hay actividad de banda de guerra”, Héctor Hugo Aguilar, instructor de banda de guerra.
La actividad, que ha dado oportunidad a centenares de estudiantes para sentirse parte de algo, forjar en ellos disciplina, destreza mecánica y sobretodo sembrar la semilla del trabajo en equipo, a partir del amor por los símbolos patrios, hoy se ha visto truncada
“Obviamente, tanto ellos como nosotros se extraña, obviamente nosotros utilizamos la música como un método o metodología para que ellos aprendan a desarrollar distintas habilidades para ellos es una actividad que nos apasiona pero ayudamos a la formación de los pequeños”, dijo Héctor Hugo Aguilar.
“El caso de un alumno que tengo, él es autista y vuelvo a repetir: la actividad que yo desarrollo con él en la parte municipal le ayudó mucho a desarrollar parte de sus habilidades, y este niño era muy distraído; ahora que ya no está en la actividad, me manda mensaje ‘maestro te extraño‘, ‘maestro quiero tocar‘, emocionalmente nos pega a los alumnos”, finalizó el instructor.
(Foto: Miguel García Conejo)
