Uno de los espacios más importantes en término cultural y turístico en el Estado de México es el Museo Virreinal de Zinacantepec, el cual durante la semana, ha celebrado su 40 aniversario con diversas conversaciones y actividades.
Aranxa Solleiro
Su ubicación se encuentra el ex convento franciscano de San Miguel Zinacantepec, palabra de origen náhuatl que significa “en el cerro de los murciélagos”, construido en el siglo XVI por encomienda de Juan Sámano, encargado de gobierno de la población. Desde su construcción, este inmueble fungió como convento de la orden franciscana, notorio por la calidad de construcción y calidad estética y artística de los constructores y artistas indígenas.
Sin embargo, en 1934 el inmueble fue declarado Monumento Nacional, y posteriormente, el 5 de julio de 1980, por instrucciones del Lic. José López Portillo, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el museo Virreinal fue inaugurado, con el objetivo de difundir entre la población los aspectos históricos y artísticos de la vida cotidiana y conventual de la Orden Franciscana, así como las apreciaciones estéticas del arte religioso durante el Virreinato en México.
El espacio, se concentra de diversas reliquias que enaltecen su relevancia histórica, la Pila Bautismal monolítica que se halla en su interior, expone la calidad del arte “Tequitqui”, un término utilizado para definir el arte indígena de la región y el arte cristiano por sus códigos prehispánicos.
El altar por otra parte, presenta pinturas al fresco del siglo XVI, de estilo renacentista de San Francisco de Asís, detallando parte de su vida y obra.
El museo, se divide en dos claustros uno bajo y alto, en el primero se presentan las salas, la cocina, la alacena, las celdas y la capilla, con los elementos característicos de la vida franciscana, dando paso a admirar la humildad y espiritualidad que se encontraban en sus labores diarias.
El claustro alto, cuenta con las habitaciones de altos miembros de la orden, que presentan importantes frescos del siglo XVI, valiosas pinturas novohispanas, así como réplicas de los retratos al óleo de los Virreyes de la Nueva España.
Uno de los elementos más valiosos es la biblioteca que resguarda 4,800 volúmenes antiguos, escritos en latín y español antiguo, impresos y sellados por diversas órdenes religiosas, entre los que se distingue por su antigüedad: Comentarios a la segunda parte de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, impreso en 1512 en Venecia. Por la belleza en las imágenes que los acompañan se hallan dos libros ilustrados por Juan Palomino y Villafranca, ambos pintores de la corte de Felipe IV. No obstante, la riqueza principal del acervo y que motivó el proyecto de catalogación y clasificación propuesto por Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México A. C. al propio Museo, es ser parte importante de lo que fueron los primeros acervos bibliográficos que sirvieron para la evangelización y doctrina de lo que ahora es la actual ciudad de Toluca. La mayoría de estos libros provienen de la Orden Carmelita específicamente de los conventos del Monte Carmelo de Tenancingo, 40% del de Toluca con un 30% y el de la Purísima Concepción, los tres en el Estado de México.
Hasta el momento el recinto cultural, está en espera de que la luz del semáforo epidemiológico permita el acceso al público, el cual indudablemente se regocijará de sus más de 400 años de historia.
(Foto: Screenshot Aranxa Solleiro)
