Podemos contribuir a la recomposición del tejido social
Querido(a) lector(a)!!! Con mucho gusto le saludo para desearle toda clase de bendiciones a usted y su apreciable familia. También le reitero mi gratitud de cada semana por el espacio y el tiempo que dedica en su agenda para la lectura de la presente columna.
El día de hoy, me gustaría abordar un tema que está en boga y que ocupa espacios en las noticias nacionales, en las mesas de café, en sobremesas de reuniones familiares…..en fin, hablamos mucho sobre el tejido social. Sin embargo, me atrevería a comentar que, en muchas ocasiones con ausencia de conciencia sobre la responsabilidad que individualmente corresponde a cada ciudadano la calidad de tejido social que con nuestras diarias decisiones y acciones estamos construyendo en el ejercicio de una “libertad personal” cuyo significado real desconocemos y con frecuencia confundimos con el “hacer lo que cada uno quiera” sin siquiera detenernos a reflexionar sobre la enorme responsabilidad que debiéramos asumir respecto a aquello que se está “eligiendo” al ejercer la propia libertad y la repercusión que las propias elecciones tendrán también hacia afuera del ámbito personal.
Se haría necesaria la observación respecto a la dinámica que en la familia de cada uno de nosotros vivimos en cuanto a los “valores más importantes” que nos mueven en nuestra cotidianidad; si es que estamos educando y viviendo el valor del “respeto a la dignidad de la persona” de cada uno de los miembros, sin diferencia alguna en cuanto a sexo, edad o condición individual. No perdamos de vista que, tal como acota Fernanda Guevara-Riera, sin el desarrollo de valores fundamentales como la libertad y el respeto entre iguales, la construcción de un mundo más humano y digno se hace, realmente, cuesta arriba.
Es en el seno de las familias donde se constituye el tejido social y es a través de las relaciones interpersonales en donde éste se consolida mediante el respeto, la confianza, el apoyo y la participación.
Desde luego, la noble misión de ser padres-educadores no se ha presentado nunca, ni se presenta en la actualidad como una sencilla tarea. Representa un desafío en el cual el amor y el compromiso son una constante que requiere esfuerzo y dedicación en el ejercicio de la autoridad de los padres como verdadero servicio en favor del proceso educativo de cada hijo que presume el trabajo personal para dar testimonio de valor para vivir y conservar las propias convicciones que transparenten la preeminencia de la Verdad, la Justicia, el Bien y la Vida en la personal toma de decisiones. No obstante, tales principios no sean precisamente los que conduzcan al aparente “éxito económico y social” que resulta tan atractivo y que en muchas ocasiones requiere faltar a las propias convicciones, bajo el argumento de que, “el fin justifica los medios”, que muy fácilmente conduce a una peligrosa ideología relativista.
No olvidemos que los hijos tienen a los padres como principal referente para su propia elaboración de criterios para vivir su propia vida y que cada acción de los padres representa para ellos un ejemplo a seguir……….“enorme pues, la responsabilidad que se adquiere con la maternidad y la paternidad”.
Es por tanto, una acción educativa consciente y responsable en el seno familiar la oportunidad que tenemos todos y cada uno de nosotros tenemos para contribuir en la construcción de un tejido social sano y fuerte, que se caracterice por la seguridad, la paz y la armonía que todos los mexicanos deseamos y merecemos.
Y…..Hasta la próxima, querido(a) lector(a)!!!
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Foto: Ryoji Iwata en Unsplash
