Las tradicionales muñecas Marías, reconocidas a nivel mundial como una expresión de la mexicanidad, nacen de la creatividad de la cultura mazahua proveniente de Oaxaca y el Estado de México, las cuales surgen como un juguete infantil que posteriormente se ha vuelto una fuente de ingreso para muchas artesanas que las venden para aportar económicamente en sus hogares, comentó Ana López, artesana mazahua proveniente de San Antonio de la Laguna en Donato Guerra.
Marcela Moreno
Mencionó que están hechas de trapo, listones y estambre, materiales que se convertirán en una “María” después de un proceso de fabricación que llega a durar tres días para terminar series de 50 muñecas entre cinco personas, dado que todo es hecho a mano, desde el bordado del vestido hasta la costura del cuerpo
“un día cortamos los pedazos y listones, juntamos el relleno, después se cose y se le agregan los detalles como el estambre y las trenzas.”
Una de las características más sobresalientes son los vistosos colores representativos del país, aunado a los bordados y las particularidades de sus vestidos, que hacen referencia a la cultura de toda la comunidad mazahua, por lo que aseguró siguen fabricando este juguete para conservar una tradición que lleva años entre sus conocidos y familiares
“a mí me lo enseñó mi mamá y a ella la suya, y aunque en mi pueblo otros se dedican al comercio y al campo, yo quise continuar con las enseñanzas que me dejaron”
Dado que es una actividad que adquieren desde muy jóvenes se ha vuelto hábito enseñarlo a las nuevas generaciones, por lo que reconoció adopto esta actividad como fuente de ingreso desde muy joven dado que sus estudios se vieron truncados después de la primaria,
“estuve en la escuela, pero solo terminé la primaria y desde entonces hacia bolsas, servilletas y bordados, porque me costaba estudiar, pero a mis hijos ya quiero que sigan estudiando antes de que empiecen a trabajar como yo.”
Dependiendo los tamaños, las vende entre los 30 y 150 pesos, pero lamento que muchas veces la gente no lo quieren pagar y terminan “regateando”
“quieren más barato, pero el material cada vez es más caro, y no saben cuánto nos tardamos o desde dónde las traemos, es lo que la gente no sabe”
Ana López, viaja desde su comunidad cada fin de semana para ofrecer sus productos en las calles de la ciudad, y dado el esfuerzo y meticulosidad que representa su trabajo, solo espera que con el tiempo se le dé el valor que tiene.
(Foto: Marcela Moreno)
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