Qué grande le quedó el cargo a la “expanista” Karina Labastida como directora del DIFEM: no pudo cuidar a una niña que sacaron de su casa para protegerla de violación presuntamente cometida por un familiar cercano.
Todo el aparato burocrático y todos los recursos que el DIFEM consume día con día, incluido el sueldazo que la panista Labastida cobra puntualmente, fueron incapaces de evitar que se les perdiera una niña. Y si eso ocurre con una menor que recibió toda la atención mediática, qué podemos esperar en los muchos casos de menores anónimos que tienen la desgracia de caer en manos de una institución dirigida con desparpajo por una panista incompetente y ajena al sufrimiento de los más débiles, y quien durante varios años se paró el cuello ante ONU Mujeres, colectivas feministas y organizaciones defensoras de derechos humanos como presidenta de la comisión para las alertas de género por feminicidio y desaparición en la Cámara de Diputados. Por cierto, en esas tareas tampoco dio resultados en favor de las mujeres atacadas y solo buscó el agrado de sus superiores legislativos para que la impulsaran en la consecución de este otro “hueso” llamado Difem.
Está claro que los panistas nunca dejan de ser panistas de corazón, aunque se vistan de chapulines guindas.
Columnista: Por el Vigía de la 4T |
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