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Ken

Cómo suceden cosas extraordinarias que yo no comprendo. Cómo pasan las semanas y los noticieros siguen diciendo lo mismo de lo mismo diario. Escribirlo sería como mancillar el alma de las personas, en lugar de darles un poco de alegría para sus corazones. Esa que se tiene solo una vez al año, al poder comprar lo que tanto necesitan, además de comida. Total, que ya pagaron la mitad del aguinaldo, y la gente hoy, empieza su navidad. Compra, compra, y compra. Y en enero, la cuesta, se queda sin nada. Todo lo debe. Y así, es cuento de nunca acabar.

En estos dos meses, cuando se da un poquito más de lo usual a los trabajadores, a los jubilados y a los pensionados, las cosas son mejores. Ve uno a mucha gente caminar y entrar a restaurantes y ahora sí pedir lo que no pudieron durante el año. Es bien triste. Pero todo el mundo lo hace.

Es inverosímil ver cómo la gente se quedó toda la noche, y se formó para ir a comprar y comprar y comprar. Y se golpean unos contra otros, por querer llevarse algo que disque está de oferta. -Y ya ni sabe qué necesita, porque al final todo, o casi todo lo tiene, pero el hecho de que le suban de precio y luego le digan que está rebajado un 50% y puede pagarlo en hermosos paguitos de 36 meses, pues es algo que le incita a que lo adquiera y esté muy feliz. Total, este es su regalo para navidad, año nuevo y reyes. Y si se quiere, el del 12 de diciembre.

Todas las tiendas, ya tienen sus santa clauses y sus árboles; sus luces y sus velas navideñas; sus tapetes y servilletas; sus porta platos y sus cajas para regalos. También sus bolsas y el maravilloso papel brillante, junto con los moños de mil colores, o nada más dorados o plateados.

Y a mí me mueve mucho el hecho de que muchas personas sigan todavía sin poder comer solo por este día. El terrible acontecimiento de los ancianos tirados en las calles muriéndose, o los niños debajo de las coladeras; las y los migrantes que desde ya, serán deportados a sus países y se quedarán sin poder verse sumergidos en el “sueño americano” a donde van a echarle todas las ganas del mundo: a trabajar de sol a sol, para poder mandarles a sus hijos para que coman, compren un pedacito de terreno; puedan ir a la escuela; tengan para sus necesidades primordiales, ese… no se va a cumplir.

De verdad, no puedo entender el mensaje que dio el embajador Ken Salazar a México. Ni lo que le contestó la –todavía secretaria de Relaciones Exteriores- Alicia Bárcena. El, por si usted no lo sabe, no es cualquier político advenedizo. Es un gran político norteamericano. Abogado, político y diplomático, fue secretario del Interior de los Estados Unidos, de 2009 a 2013. Es demócrata y fue fiscal de Colorado. Y me da la idea que lo que dijo, hizo una rotación de 180 grados a lo que el presidente anterior creía que tendría con su mensaje de Abrazos y no Balazos, ya que las organizaciones criminales se empoderaron.

Primero criticó ferozmente la Reforma Judicial, y el martes pasado, describió que en lo que respecta a la seguridad, el gobierno mexicano rechazó apoyos por 32 millones de dólares de su gobierno. Así describió la inseguridad en muchos lados del territorio nacional. Especialmente en Sinaloa. “La verdad es que hay un problema muy grande en México”.  

Y ahora otro grave problema con Estados Unidos además del narcotráfico --a quien ya decidió Trump llamar terroristas--, es el de los indocumentados. Mi parecer es que Salazar ahora se está preparando a hacer un análisis y conclusión de su estancia como embajador. Y lo importante es no salir nada raspado, ni menos con sus contrapartes republicanos.

Total que, con el país del norte, la tenemos más que difícil. Y o la componemos, o nos va a ir como en feria. Yo no me imagino teniendo en el territorio nacional a los miles y miles de cubanos, venezolanos, haitianos, centroamericanos, sudamericanos, africanos o lo que a usted le venga en gana, y tratando de también, sacarlos adelante. Porque nuestros mexicanos, indígenas o no, hombres, mujeres y niños, necesitan comer. Solo por hoy. Y si la inseguridad ahora es terrible, ¿se imagina usted al ejército norteamericano arriba de nosotros? ¿A dónde vamos a parar?

gildamh@hotmail.com


Columnista:
Gilda Montaño
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