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Colores de otoño


El fin de semana pasado, caminando por la calle, encontré unas flores silvestres creciendo majestuosamente en la banqueta, el amarillo de sus pétalos me hizo olvidar que estaba en medio de una ciudad gris donde llueve mucho. Pero, en mi andar, no solo observé esas bellas flores, sino también visualicé un fenómeno sociocultural peculiar: muchos chicos llevaban un ramo de flores amarillas envueltas amorosamente. Después, al mirar las redes sociales, me topé con publicaciones sobre flores amarillas y con la frase: Ella sabía que él sabía ¿Coincidencia? Sí un poco, pero no tanto. Esa mañana/tarde me enteré de que se festeja “El día de las flores amarillas” y, mientras yo caminaba y me rodeaba de flores amarillas, el equinoccio de otoño tenía lugar en el hemisferio norte.

Mi encuentro con flores y colores no terminó ahí, pues, al siguiente día, salí de la ciudad rumbo al pueblo de mi mamá y quedé maravillada por dos cosas: los campos poblados de girasoles rosas y amarillos, por desgracia poco a poco se reduce el espacio donde florecen, debido al aumento de construcciones y campos de cultivo. Y bueno, yo nunca había presenciado el paso de mariposas, esta vez fui testigo del paso de mariposas amarillas y negras. Entonces, me quedé reflexionando por qué siempre vinculamos las flores y las mariposas con la primavera, cuando en realidad la naturaleza se viste de colores en otoño o, quizá, estas estaciones sean una suerte de hermanas gemelas.

Y entonces me pregunto cómo sería, en el cotidiano, la relación de los pueblos mesoamericanos con las flores, por desgracia no tengo una respuesta certera, pero lo que sí puedo es contarles un poco es sobre la presencia de las flores en la mitología, en los rituales y, por tanto, en la iconografía de estas culturas.

En el Mural de Tepantitla, Teotihuacan, es posible apreciar flores de cuatro pétalos y quizá sean las más comunes dentro de la iconografía mesoamericana, pero su representación no es frecuente por su sencillo trazo, sino por el profundo simbolismo, ya que en ella misma se contiene al universo entero: el axis mundi y los cuatro rumbos del cosmos.

Otro ejemplo, sería el relieve del Juego de Pelota de Chichen Itza, donde se aprecian las flores diversas de una peculiar planta que brota de la sangre de un jugador decapitado; las ramas invaden todo el tablero. Esto nos indica el vínculo que existe entre las flores y el sacrificio, por tanto, la muerte.

Si ustedes han visitado el Museo Nacional de Antropología, seguramente se dieron una vuelta por la Sala Mexica y, seguramente habrán visto la escultura de Xochipilli, cuyo cuerpo se encuentra tatuado de flores, como el tabaco, la datadura y el ololiuhqui, flores relacionadas con los estados alterados de conciencia. Cabe mencionar que estas plantasflores pueden ser parte de nuestros jardines.

Las flores son una manera de representar la majestuosidad, la belleza que rebasa lo humano, son lo único verdadero, lo que realmente va a perdurar en el corazón y en el mundo y por eso forman parte de la poesía, in xochitl, in cuicatl, las palabras que nos dan raíz y fundamento como seres humanos.

Espacio de reflexión decolonial sobre el mundo mesoamericano y

las naciones indígenas del siglo XXI

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Columnista:
Carla Valdespino Vargas
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