Martha Romero
Si bien se tiene el derecho a la libertad de expresión, ésta termina cuando afecta a otras y/o sus derechos, y puede incurrirse en discurso de odio cuando se afectan los derechos humanos de otras personas con actos de discriminación a través de situaciones normalizadas como los chistes, burlas y el acoso, aseveró Ricardo Coyotzin Torres, integrante del departamento de Atención a Grupos Susceptibles de Discriminación de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem).
Añadió que los discursos de odio también se transmiten con palabras en la convivencia cotidiana, pero retoman elementos o características de un rasgo como el color de la piel o una discapacidad para usarlas como insulto, como sucede con los apodos, aunque no todo es discriminación, ya que debe existir cierto contexto, carga negativa o intención en el uso de las palabras y expresiones peyorativas.
Sugirió que para evitar el discurso de odio en espacios como el hogar y la escuela, e debe analizar las palabras empleadas y revisar si tienen carga negativa, si afectan a otras personas, preguntar si a quien se dirigen se siente incómoda y en caso de que sea así, plantearlo de forma diferente, pues la negativa a cambiar las palabras o discurso de odio también fomenta la cultura de violencia.
Coyotzin Torres explicó que de acuerdo con la Recomendación de Política General 15 de la Comisión Europea Contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) del Consejo de Europa, el discurso de odio es el fomento, promoción o instigación en cualquiera de sus formas, del odio, la humillación o el menosprecio hacia una persona o un grupo, las prácticas de acoso, descrédito o difusión de estereotipos y estigmas por una condición de vulnerabilidad, en este caso, utilizar palabras para menoscabar sus derechos, siempre justificándolo.
Por ello, dijo, en el departamento de Atención a Grupos Susceptibles de Discriminación contribuyen en la prevención de los discursos de odio a través de la capacitación y sensibilización a integrantes de la sociedad, al recordarles que una palabra o un apodo en el hogar o en la escuela pueden ser violentos, con consecuencias graves en la persona que los recibe y la afectación de sus derechos.
Finalmente, agregó que brinda capacitación, promueve actividades lúdicas y culturales, realiza investigaciones y publica artículos sobre ese tema y otros en las revistas Dignitas y DH Magazine, además de que quienes laboran en el servicio público deben contribuir al bienestar de los grupos en situación de vulnerabilidad y en la construcción de sociedades plurales, igualitarias e incluyentes.
(Foto: cortesía)
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