Martha Romero
La lejanía de los jueces con la realidad del país ha propiciado que actúen con prácticas discriminatorias al condenar a personas inocentes con juicios basados en su apariencia personal y no apegados a los hechos del caso en cuestión, aseguró Antonio Lara Duque, abogado e integrante del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.
Opinó que, si bien se tiene que entrar a una política profunda de cambios legales, de revisión de los Códigos Penales e incluso avanzar posiblemente un Código Nacional Federal, sin duda se necesita llevar a cabo un ejercicio civil ciudadano para observar de manera mucho más rigurosa el actuar de los impartidores de justicia.
Resaltó que no están parados en la realidad de este país porque cuando tienen ingresos de 250 o 300 mil pesos mensuales, están separados en los hechos como impartidores de justicia y de quienes la reciben.
Por ejemplo, dijo, cuando ese sector de jueces y magistrados van a espacios públicos a pasear o de esparcimiento, éstos no salen a los parques o a los lugares en donde sale el pueblo común, ya que la cantidad económica que perciben les permite sin ningún problema pasar un fin de semana en el extranjero y no está mal, el problema es que esas acciones los hace no comprender la realidad de lo que están juzgando.
“Así de fácil y así de simple, no la comprenden, no la viven, no la conocen, viven en otro mundo y entonces el primer gran problema que tenemos es que el mundo que juzga debe al menos comprender al mundo juzgado”, añadió.
Lara Duque indicó que un ejemplo que es de los más absurdos es que en el tema de identificación una declaración dice “cometió el delito una persona de los que sus rasgos físicos son morenito, chaparrito y gordito”, por lo que solo les basta con salir a la calle y agarrar al primero que se encuentre, pero resulta que en un altísimo porcentaje los mexicanos son morenos, chaparritos y llenitos.
“Y entonces un juez dice: el testigo dijo que era moreno, chaparrito y llenito, y tú eres moreno, chaparrito y llenito. Señoría sí, pero así somos como otros 80 millones en este país. A eso nos referimos con que no viven en la realidad en la que estamos, o sea, cualquiera con un mínimo de sentido común diría, bueno, moreno, chaparrito y gordito, ajá, pero una seña específica, un tatuaje, una cicatriz”, añadió.
Refirió que cuando se juzga con este tipo de identificaciones, por ser moreno, en uno de los casos en los que ha participado el centro de derechos humanos, es cuando a un joven lo sentenciaron por secuestro y la única forma de señalarlo es porque era moreno y “estaba mugroso”, herramienta que un juez del Estado de México consideró e incluso refirió que no había duda de que había sido quien cometió el delito, sin embargo, después pudieron demostrar que el joven inculpado era inocente.
Finalmente, dijo que es evidente que lo anterior son prácticas discriminatorias, mismas que se tienen que erradicar en todos sus aspectos, ya sea por motivos de raza, de condición socioeconómica, de género o de preferencia sexual.
(Foto: redes)
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