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Oquetza, camino a la raíz 2024-07-17

Carla Valdespino Vargas

Nemontemi II

Sigilo de la noche que me vigilia. Silencio del polvo. Susurro viento susurro. 

Voces que me llaman. Voces que se esconden. 

Viento que corta. Viento que clama. Viento que entra. Viento que sale. 

Humedad que transita. Calor que circula. 

Sigilo de la noche que me anida el placer morboso al escribir sobre estas sensaciones

Como era de esperarse, sigue sin funcionar el alumbrado público de mi calle, así que la oscuridad continúa reinando durante las noches, solo que ahora los vecinos ya no han protestado por el asunto. Parece que, de a poco, nos vamos acostumbrando a mirar por la ventana y no poder ver lo que sucede, pero ¿qué puede pasar mientras el sol se oculta? Los cacomixtles visitan los patios, las ranas cantan en el jardín de la colonia, los murciélagos sobrevuelan nuestras casas… el siguiente día va cobrando vida. 

Aunque resulte paradójico, en la oscuridad se gesta la vida. Tratemos de sentipensar lo que experimenta una semilla cuando es sumergida en la tierra: nos han arrebatado la luz; aparentemente reina el silencio, de inmediato detectamos los sonidos propios del inframundo: arañas, hormigas, lombrices, cochinillas, caracoles, agua internándose por los huecos… pasa el tiempo y, de repente, algo sucede dentro de nosotros: brota la vida que se abre paso entre la tierra para alcanzar la luz y crecer…

En el pensamiento mesoamericano, el fin de los ciclos no estaba marcado por un absoluto, sino por la coincidencia existente entre el fin y el principio; el punto de unión existente entre la muerte y la vida. La cuenta del tiempo no era ajena a esta dialéctica, en el calendario solar (conocido como Xiuhpohualli en la cultura nahua y Haab en la maya) el fin del ciclo estaba conformado por cinco días “baldíos/sobrados/vacíos” llamados nemontemi en nahuatl y uayeb en maya. Estos días completaban a los 360, resultado de las 18 veintenas. Los nemontemi eran considerados días aciagos o de mala suerte, ya que no estaban bajo el resguardo de alguna deidad, de ahí que eran llamados vacíos.  

Y aunque eran días temidos, eran cruciales para el devenir del tiempo, pues el caos/el vacío se integra a la vida. Son días que representan las encrucijadas y las disyunciones. El momento donde la creación entera está a punto de manifestarse. 

¿Quién de nosotros no ha experimentado en carne propia la oscuridad? 

Espacio de reflexión decolonial sobre el mundo mesoamericano y

las naciones indígenas del siglo XXI

ipalnemohuani77@gmail.com

ig: @oquetzacamino   


Categoría:
Nacional
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