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Bosque de Agua abastece del vital líquido a 25 millones de personas, pero está en peligro por tala clandestina

Gabriela Landetta

Con una superficie aproximada de 250 mil hectáreas, el llamado Bosque de Agua, ubicado entre la ciudad de México, Toluca y Cuernavaca, proporciona casi tres cuartas partes del agua que se consume en la capital; el 100 por ciento en el caso de Cuernavaca, zona metropolitana y parte norte de Morelos, así como un gran porcentaje del agua del Valle de Toluca.
"Provee agua a cerca de 25 millones de habitantes del centro del país", informó Eduardo González Gómez, gestor de proyectos comunitarios en defensa del Bosque de Agua, quien explicó que los árboles que conforman esta zona atraen las nubes, lo que genera lluvias.
El bosque retiene el agua de las lluvias gracias a su suelo que funciona como una esponja y esa agua recarga los mantos acuíferos de donde se extrae el agua en pozos y también el agua que escurre a través de arroyos o manantiales, y que van a dar a presas como la de Valle de Bravo y Villa Victoria, que a su vez suministran del líquido al Sistema Cutzamala, expuso.
Destacó que esa es la importancia del Bosque de Agua, en donde además se estima que hay más de tres mil especies de plantas, 195 especies de aves y 350 especies de mamíferos, reptiles y anfibios, por lo que su contribución a la biodiversidad es muy significativa.
Es por ello que los habitantes de la comunidad de San Juan Atzingo, perteneciente al municipio de Ocuilan, que forma parte de esta región, están en lucha permanente contra la tala clandestina que de manera inmoderada se realiza en la zona, ya que no solo se afecta a los árboles, sino a todo el ecosistema, y se perjudica el ciclo del agua.
Por otro lado, Hilario Barreto González, presidente del Comisariado de Bienes Comunales de San Juan Atzingo, municipio de Ocuilan, para el periodo 2023-2025, apuntó que la problemática de la tala clandestina en la región inició a partir de que cerró la fábrica de papel Loreto y Peña Pobre y de que surgieron las motosierras en la década de los noventa.
En plática con estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México, compartió que en los años sesenta y setenta el bosque era talado moderadamente por esa empresa, pero luego desapareció por cambios en las políticas del gobierno federal.
"Esa empresa se encargaba de hacer aprovechamientos técnicos. Desaparece la fábrica y desaparece el cuidado del bosque. Cuando desaparece la fábrica de papel se acaba el aprovechamiento del bosque", reiteró, al tiempo que la gente del lugar se quedó sin trabajo.
Posteriormente, aseguró que al surgir las motosierras "vinieron a acabar con todo. De allí se disparó la tala clandestina”, y aunque sus antecesores trataron de evitarlo, ya fue imposible. "Hoy ya no es la gente que necesita la madera, sino que son pequeños grupos de taladores que lo ven como negocio".
Barreto González destacó que en la lucha que han emprendido contra esa actividad ilegal han sido agredidos y amenazados, y aseguró que esa misma situación ocurre en otras partes del territorio mexiquense.
Por su parte, Jacobo Encarnación Zamora, integrante de ese comisariado de Bienes Comunales de San Juan Atzingo, denunció que la tala clandestina en la región ha crecido hasta en 700 por ciento en el último año, por parte de grupos relacionados con el crimen organizado que cuentan con equipo muy sofisticado de comunicación que les permite huir cuando hay operativos.
Al señalar que no han recibido el apoyo necesario de las autoridades para poner fin a esa actividad delictiva y en defensa de su territorio, han realizado diversas manifestaciones y bloqueos carreteros con la intención de que les hagan caso y se atienda esta problemática, que no solo los afecta a ellos, sino al centro del país.


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Nacional
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