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Oquetza, camino a la raíz

Carla Valdespino Vargas

Pa’al K’in

Hace un par de días escuchaba uno de mis podcasts favoritos (que en realidad es un programa de radio sobre ciencia), naturalmente el tema del día fue el eclipse. Los locutores hacían memoria sobre qué estaban haciendo aquel jueves 11 de julio de 1991 y preguntaban a sus radio–podescuchas sobre sus actividades de ese día, acá mi respuesta:

Me recuerdo mirando por la ventana de mi cuarto. El árbol del vecino, un bambú traído directamente desde China se empeñaba en invadir el patio de mi casa (aún lo hace). Supongo que suspendieron las clases porque algo extraordinario sucedería: Eclipse total de sol, el eclipse del Milenio.  Conforme la luna iba comiéndose al sol, las sombras del bambú corrían por el concreto del patio; las aves regresaban desconcertadas a los enormes cedros que estaban sobre la calle, cantaban dándose las buenas noches. La oscuridad reinó durante poco más de siete minutos. La temperatura bajó poco más de 6°C.  Solo recuerdo eso: las sombras del bambú… y las supersticiones alrededor de Pa’al K’in, el Sol roto.

Regreso al podcast

Uno de los locutores realiza un recorrido sobre las ideas que se han tejido sobre los eclipses a lo largo de la historia del ser humano. Arroja un dato interesante: Tales de Mileto, en 585 a.C., predice por vez primera un eclipse. El mismo locutor especula: Imagina a los mayas todos perdidos sin entender qué estaba pasando. Me desconcierta el comentario. Inevitable recuerdo Apocalypto, una de las películas más controvertidas sobre el mundo maya mesoamericano. Viene mi mente la escena de los sacrificios humanos y el momento del eclipse: un sacerdote maya lleno de miedo por el acontecimiento astronómico. 

Mi respuesta rápida ante el supuesto asombro de los mayas sobre los eclipses: 

El Popol Vuh y el Chilam Balam de Chumayel son textos mayas que reflejan la obsesión que estos pueblos tenían con el tiempo, con los ciclos de la naturaleza, con los ciclos de los astros. Así, el Popol Vuh cuenta la historia de cinco ciclos circadianos de Venus; mientras que el Chilam Balam, en el Libro de los Antiguos Dioses, nos narra la importancia de los ciclos en el devenir de la historia del ser humano, es importante conocer el pasado para mejorar el futuro. En este mismo texto se hace referencia, en dos ocasiones a los eclipses: 

  1. Libro del Trece Ahua Katún: Esta será la cara del Katún, la cara del Katún del Trece Ahau: Se quebrará el rostro del Sol… Cinco días será mordido el Sol y será visto.
  2. Libro de los Linajes: Y fue mordido el rostro del Sol. Y se oscureció y se apagó su rostro. 

Otro texto importante que explica el fenómeno de Pa’al K’in, el Sol roto, es el Códice de Dresde, cuyo contenido es mayoritariamente astronómico y está conformado por: Tabla de Venus, Tabla de Marte, Almanaque de la diosa Luna, Tabla de Múltiplos de 78 días, Ceremonias Sagradas y la Tabla lunar y de los eclipses, de la cual comparto dos imágenes que hacen referencia al Sol roto:

Los eclipses eran temidos por los pueblos mesoamericanos, mas no los pillan desprevenidos, incluso está la hipótesis del investigador Jesús Galindo Trejo de que el eclipse del 21 de abril de 1325 determinó la fundación de México Tenochtitlan. Estos fenómenos eran temidos, ya que el Sol moría por unos minutos y era indispensable restaurar su curso, el curso del Cosmos. 

Espacio de reflexión decolonial sobre el mundo mesoamericano y

las naciones indígenas del siglo XXI

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ig: @oquetzacamino   


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Nacional
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