Gabriela Landetta

A pesar de su importancia, no hay que romantizar la producción del mezcal en el Estado de México. También se debe hablar del impacto ambiental que ésta genera, expresó Eduardo Sánchez Jiménez, doctor en Sustentabilidad para el Desarrollo con mención honorífica de la Universidad Autónoma del Estado de México.

“La producción del mezcal es demandante de materias primas, de recursos forestales maderables y su impacto en los bosques”, destacó el también encargado de la Coordinación Política y Estrategia Regional de la Secretaría del Campo en la entidad.

“Por ejemplo, en promedio, cada unidad productiva de mezcal deteriora el 20 por ciento de bosques por jornada de trabajo. Hay unidades productivas en Malinalco y Zumpahuacan que producen todo el año, y estamos haciendo la estimación de prácticamente una hectárea de bosque –afectada- al año”, señaló.

Integrante del Sistema Nacional de Investigadores SNI-C, e integrante del Subcomité de Recursos Genéticos Agrícolas del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) órgano desconcentrado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Sánchez Jiménez  fue uno de los colaboradores del libro digital Agave y mezcal. Entre la tradición y la denominación de origen que se presentó recientemente en la capital mexiquense. 

Al referirse al trabajo que realizó sobre el sistema productivo agave-mezcal, desde un enfoque de sistemas complejos, el investigador oriundo de Mochitlán, Guerrero, destacó que éste “apuntala a evidenciar eso que no se dice del mezcal”, como es el impacto que tiene su producción en el medio ambiente. 

Estimó que con la producción de mezcal pueden perderse más de 20 hectáreas al año en el territorio mexiquense. “Es una devastación en donde tenemos que poner cuidado y que la denominación de origen no está atendiendo; si bien es cierto procura proteger un producto terminado, jamás nos habla del impacto ambiental”

“Así, entonces, vemos las emisiones de Dióxido de Carbono Co₂, vemos también el requerimiento de agua, de materias primas y, en su conjunto, podemos ver que la huella productiva –del mezcal- es una huella que no se está atendiendo y que tendríamos que tener cuidado”.

Eduardo Sánchez inició la investigación sobre el sistema productivo agave-mezcal desde un enfoque de sistemas complejos. Desde 2016, en diferentes etapas y la concluyó en 2021. Destacó especialmente que los productores siempre fueron muy accesibles para facilitar el trabajo.

(Foto: Especial Portal)