Convicción por la ciencia
| Por Eric Rosas
Ha iniciado ya el nuevo sexenio para el Gobierno del Estado de México y con el primer minuto del pasado 16 de septiembre ha entrado en funciones al menos una primera parte del gabinete legal que acompañará a la gobernadora constitucional mexiquense, la profesora Delfina Gómez Álvarez. Entre los secretarios a quienes anunció en una ceremonia adelantada a su toma de posesión e inicio de su periodo como primera mandataria estatal, estuvieron dos personas clave para el sector de la ciencia, tecnología e innovación.
Por una parte se dio a conocer que al frente de la nueva Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, cuyo nombre cambió a raíz de la aprobación de la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública Estatal, estará encabezada —al menos de inicio— por Miguel Ángel Hernández Espejel, un profesor normalista que seguramente conoce profundamente al gremio educativo, sus necesidades y problemáticas, pero que, luego de la reubicación del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECyT), deberá implementar la política pública de la entidad en materia de investigación científica, desarrollo tecnológico y fomento a la innovación, lo que implica que también tendrá que tratar con la academia.
El otro relevo de particular interés para el gremio científico-tecnológico es el que se anunció en favor de Laura González Hernández, quien hasta la toma de su nuevo encargo fungía como la presidente del Consejo Coordinador Empresarial en el Estado de México. Y si bien el Estado de México, y el país en general, nunca ha tenido una política industrial basada en la innovación, en la actualidad los únicos motores capaces de impulsal el aumento de la competitividad de cualquier entidad federativa en México son la manufactura avanzada y el diseño, para los cuales resulta esencial el desarrollo tecnológico basado en investigación de naturaleza científica, que derive en la generación de productos y servicios innovadores con el potencial para otorgarle a las empresas ventajas competitivas a nivel global.
Adicionalmente, durante las intervenciones que la actual gobernadora tuvo en los dos debates realizados en campaña, las únicas propuestas que la entonces aspirante refirió para el ámbito de la ciencia, tecnología e innovación fueron la de vincular a la academia con el sector productivo y la de fomentar la educación dual en las instituciones educativas. Si tales propuestas efectivamente se llegasen a cristalizar como los ejes de la política pública mexiquense para este sector, entonces necesariamente deberá fortalecerse la colaboración entre las secretarías de Desarrollo Económico y de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, lo que, en principio, suena sumamente atractivo para la comunidad científica y tecnológica.
Pero para que se puedan tener mayor certeza respecto de la verdadera importancia que este tema tendrá para el nuevo gobierno mexiquense habrá que esperarse a conocer la designación de quien ocupará ahora la titularidad del COMECyT, pues, a diferencia de los directores en el sexenio reciente, tendrá que contar con amplias credenciales tanto en el ámbito académico, como en el empresarial; perfil que no resultará fácil de identificar ya que típicamente los académicos enfocan sus carreras en la generación de conocimiento y la formación de profesionales; mientras que en el sector productivo mexiquense —y mexicano— prácticamente no es posible encontrar empresarios que verdaderamente puedan considerarse emprendedores; rol para el que es esencial estar convencido del gran valor que aporta la ciencia.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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