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 Ivan Joatzay

The Banshees of Inisherin: el adios al hoy

“Hay cosas que no se pueden dejar atrás, y creo que eso es algo bueno”

Tras 3 meses de espera, ‘The Banshees of Inisherin’ o ‘Los Espíritus de la Isla’ de Martin McDonagh, abanderada como una de las propuestas más firmes y potentes por competir en las premiaciones cinematográficas, llega a las salas de cine mexicanas para presentar una catarsis emocional sobre la amistad y el sentido de la vida.

La historia, también escrita por su director, se sitúa en el 1923 de una pequeña isla irlandesa, Inisherin, para contar el vínculo de Colm Dohery (Brendan Gleeson) y Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell), dos amigos de toda la vida que disfrutan de su compañía, suelen ir a beber a la taberna, charlar y caminar por su pequeño pueblo. Tras la decisión repentina de uno de los dos por dar un fin definitivo a su amistad, un viaje de tristeza, crisis y duda que conllevará a todos los integrantes de la isla a un punto de caos comenzará. 

Con una historia concreta que explora la significancia de lo que importa, la película de McDonagh plantea un guion firme que, a través del drama y de una sensación de incertidumbre vinculada con las emociones personales, plasma en pantalla un conflicto que, a la par que aborda el significado de la amistad y la relevancia de la unión para dotar de sentido a la vida, denota preguntas y criticas más profundas a la existencia misma a raíz de la simpleza que viven sus protagonistas.

La propuesta, si bien es galardonada por ser un proyecto fresco, anticlimático y critico a la sociedad a través de los lentes de una cámara, también es una revelación que, con un enfoque meticulosamente ejecutado, demuestra la importancia de su director por crear historias místicas, reales y sinceras en las que, en este caso desde uno de los conflictos más simples, parece siempre buscar abordar algunas de las dudas humanas que siempre surgen: ¿Cuál es nuestro propósito aquí? ¿Cómo es que funcionan las relaciones? ¿Lo que es importante para ti es importante para mí?

Como un conflicto que denota las disonancias a una misma imagen, “The Banshees” crea un viaje de emoción y cariño en el que, visto desde una postura bifocal, habla sobre el sentido de la existencia, en un lado, visto a través del amor y el hoy, y en el otro, por medio de la trascendencia y productividad humana. 

En busca de ser esa imagen en la que a través de la crisis surge algo nuevo, la amistad de Colm y Pádraic es el punto de inflexión que refleja la necesidad de conexión por el progreso, donde, como lo menciona el amigo abandonado, “se requiere de dos para bailar tango”, una postura en la que, como seres humanos, siempre buscamos o necesitamos de alguien más para llegar más allá, ya sea a través de la compañía, o desde el odio. Esta es esa historia que, como una lupa que mira a los detalles de un objeto, reconoce la inevitabilidad del cambio, un momento en el que el desvanecimiento de las costumbres y el adiós a lo que siempre ha estado llega para cuestionar la trascendencia de las “pequeñas cosas” en la vida, una despedida consciente al hoy.

La propuesta de McDonagh cuenta con una cinematografía sutil pero simbólica que, a través de paisajes irlandeses hipnóticos con tonalidades verde grisáceas, transmite una estética representativa a la profundidad de la realidad y, asimismo, presenta una fotografía deslumbrante que muestra la belleza y el caos en la simpleza. Por otra parte, con una iluminación de foco tenue y cálido, el cineasta expresa un sucumbir a la oscuridad donde, a la par que los dos amigos van entrando en un terreno más agresivo y seco de lo que fue su amistad, se denota el pesar emocional e ideológico de los protagonistas entre luces y sombras.

Relatada de una manera magistral, pintoresca y cruda, la ruptura de Pádraic y Colm es el viaje emocional que es por la actuación no solo de sus protagonistas, sino, de todo su elenco, donde, contando con figuras como Kerry Condon, Barry Keoghan, y Shelia Flitton, el relato del también director de ‘Three Billboards Outside Ebbing, Missouri’ (2017) construye un mundo inmenso y de sensación autentica a la nación europea, donde las voces de los pobladores, los chismes del pueblo y la simpleza su día a día envuelven el sentir de Farell y Gleeson en una particular y longeva balada irlandesa.

Como si fuera una antelación a la misma muerte, esta historia se siente como un paradero filosófico en el que, asimismo que estamos en una isla de la inmutación en la que solo existe la charla y el beber para pasar el rato, la perdida de la amistad y el corazón roto exploran el inicio del final en el que los “banshees” [o almas en pena que viven para ver el perecer], tienen un papel trascendente para resignificar la búsqueda de los deseos, para saber que uno, como persona, cuenta con un sinfín de posibilidades que, ante la cotidianidad, quedan absorbidos en el “¿Y si hubiera?” Es así como en esta historia de amistad plantea la duda que pocas veces nos hacemos: ¿Estamos condenados a una isla de cotidianidad? Y ¿Es algo malo?

Asimismo, como habla de los sentimientos encontrados frente a la perdida del hoy, de la amistad y de la identidad misma, la película de McDonagh también explora la humanidad ante la realización del finito, en una realidad en la que, al saber que todo acaba, el ser se puede convertir una antítesis de si mismo frente a la absorción de la locura y la tristeza. Se desarrolla la naturaleza instintiva del conflicto, donde las dudas, el miedo, la terquedad y la empatía se vuelven vitales para determinar las miles de variables que existen en cada persona y que, así como en la guerra, pueden perder la humanidad ante el ruido constante de las bombas. 

Un hecho de evolución en el que, como lo viven Pádraic y Colm, ante lo cotidiano, la precariedad y lo nulo, el ser humano puede sucumbir a la metamorfosis emocional por coexistir en un ambiente grisáceo y tenue de la vida, un lugar como Inisherin.

Aunque no se expresa, la historia de los dos amigos se siente como una filosofía nihilista donde, a través de la duda de la trascendencia y la presencia, podemos preguntarnos ¿Hay que disfrutar del momento?  ¿O vale más la pena dejar tu ser, tu amabilidad, por una trascendencia un poco menos finita?

‘The Banshees of Inisherin’ es una historia que, como un platillo de caos y enojo, recupera ingredientes de la cotidianidad para crear algo excéntrico, una historia que agarra un sabor distinto a lo común y, a la par que lo vas probando, genera una perspectiva única para hablar de la unión, de tus miedos, de lo que realmente te importa a ti y del papel que tienen tus amigos en tu vida.

(Foto: Especial Portal)


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