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La Onda Plana 2022-12-18

Eric Rosas

El Sol mexicano

La semana pasada la tecnología humana alcanzó otro gran hito, uno que cambiará para siempre la historia y, por fortuna, también resultará benéfico para la salud de nuestro tan agraviado planeta. El Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de los Estados Unidos de América anunció que su Instalación Nacional de Ignición, como le denominan a uno de los conjuntos de fuentes ultra intensas de luz láser más poderosos del mundo, logró por primera vez en la historia, obtener una ganancia neta en un experimento de fusión nuclear inducida mediante confinamiento inercial.

El fenómeno de la fusión nuclear es aquel proceso en cascada en el que los núcleos de dos elementos químicos ligeros se unen para dar lugar a un núcleo de otro elemento más pesado. En el caso de las estrellas es la fusión nuclear la que transforma incesantemente su gigantesca masa de hidrógeno en helio y genera el excedente energético que luego es emitido al universo exterior en cantidades exorbitantes de radiación electromagnética ---y hasta ionizante— durante eones. Para nosotros en la Tierra esta mutación nuclear, que tiene lugar en las entrañas de nuestro Sol desde hace unos cuatro mil quinientos millones de años, ha sido el pilar de la vida terrícola y sigue constituyendo nuestro principal reservorio energético.

Pero, a diferencia de las estrellas, en nuestro planeta no existen las condiciones de presión y temperatura necesarias para desencadenar las reacciones de fusión nuclear, por ello es que deben ser replicadas ya sea en los reactores toroidales conocidos como tokamaks, o mediante el denominado confinamiento inercial, en el que pequeñas esferas de deuterio y tritio —dos isótopos del hidrógeno— son bombardeadas con pulsos láser ultravioleta extraordinariamente intensos para aumentar la temperatura de la mezcla por arriba de los cien millones de grados Celsius y detonar una reacción controlada de fusión nuclear.

El logro reportado por el laboratorio estadounidense ha abierto la puerta a una nueva era para la humanidad, en la que el control de este fenómeno estelar permitirá generar energía limpia e ilimitada de manera segura. Sin embargo, para que México pueda beneficiarse del desarrollo de esta tecnología de producción energética por fusión láser, tiene que construir cuanto antes su propia fuente láser ultra intensa. La iniciativa de contar con una fuente ultra intensa de luz no surge ahora que en la Unión Americana se ha logrado obtener una ganancia neta de la fusión nuclear láser, sino que ha sido una demanda añeja de la comunidad científica mexicana, expresada en distintos momentos ante autoridades federales y algunas estatales.

En el ámbito nacional el caso que más ha avanzado es el proyecto del sincrotrón mexicano, cuya construcción fue anunciada primero por el gobierno de Guanajuato y posteriormente por el de Hidalgo; sin embargo, tras varios años dicha fuente de luz sigue sin emerger del papel. En el caso del Estado de México, el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología recibió en el 2012 el proyecto ejecutivo para la construcción del Centro Mexicano de Láseres Pulsados Ultra-Breves y Ultra-Intensos, elaborado por los especialistas de la Red Iberoamericana de Óptica, una asociación supranacional miembro de la Comisión Internacional de Óptica. En ese entonces dicha iniciativa no recibió la atención que amerita, dada su relevancia para la transición energética de México; sin embargo, ahora que la viabilidad de estos láseres ultra intensos ha quedado comprobada, resulta necesario y oportuno el retomar la propuesta para cristalizar la construcción del primer “Sol mexicano”.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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