Ana Guerrero
Rafa Márquez
es panista.
Comulgar
en la misa de
las escuelas privadas
católicas
y después
salir y maldecir
con malas palabras
tipo: “verga peluda”
es educación panista.
Llevar
al primogénito
para que se haga sacerdote
al seminario mayor
de Jacona
es heroísmo panista.
Casarse
entre familiares ricos
para que el dinero
siga en la familia
es genealogía panista.
Comprar gaznates
en el mercado de los dulces
comértelos
en la plaza principal
dando vueltas al quiosco
los domingos
es recompensa panista.
Hacer
que las trabajadoras
administrativas del
ayuntamiento
lleven la falda
debajo de la rodilla
es planeación
panista.
Celebrar
el ocho de marzo
con un concurso
de belleza
en la plaza pública
es feminismo panista.
Persignarse
frente a cada una
de las iglesias
es un típico paseo panista.
Los comerciantes
que te atienden
amablemente
pero son dinereros
son los nuevos
grandes
candidatos panistas.
Juntarse
los viernes
en la noche
a comer tacos
beber beers
sin las mujeres
es toma de conciencia
panista.
La ropa
de marca
es el bienestar
social panista.
Un panista es un panista
si y sólo si
sólo practica
la posición del misionero
con su esposa.
Odiar a
los cholos
es panista.
Contribuir
a que madres adolescentes
tengan hijos en Vifac
es panista.
Hincarse
a rezar
a mediodía
cuando suena
el ángelus
en la radio
es costumbrismo panista.
Cantar “La Venia Bendita”
en las madrugadas es panista.
Los Bukis no.
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