Ivan Joatzay
Es la mañana del domingo de pascuas. Me encuentro junto a mi familia desayunando y, en un intercambio de recuerdos, chistes y comentarios al pasado sábado de gloria, surge en la plática la duda sobre la posible reforma eléctrica para un país distante en el modus operandi de consumo y bienestar social.
En un inicio, surge la duda: ¿qué es la reforma eléctrica?, ¿qué significa para nosotros? Pues, ante un panorama nuevamente opacado por las festividades y la escasa promoción de información concisa sobre el tema, las familias rurales con un nivel socioeconómico “promedio”, como es la mía, se embarcan en un mar de dudas vinculadas al desinterés donde profundizan en el qué tan bueno o malo es este movimiento político.
Después de integrar el concepto y hablar sobre los rasgos determinantes de esta reforma (la cual va sobre el cese a la privatización empresarial de la energía eléctrica), mi hermano, hablando sobre el posicionamiento gubernamental que tomaría el estado frente a tal acción, con una perspectiva globalizada y focalizada al estudio mercantil, habla sobre cómo es que es una decisión que se debe de analizar no solo ante la ganancia y control de los recursos energéticos, sino, ante una estructura que determina contratos con el exterior y la postura nacional ante los demás sistemas: “no sé si sea la mejor decisión que el gobierno tenga un control fijo sobre los bienes te lleva a un modelo de acción más socialista, depende de dónde estés porque en otros países esto puede ser mejor, pero no creo que sea lo mejor para este momento y contexto”.
Por otra parte, frente a esta iniciativa, otro integrante de mi familia habló sobre el significado social y comercial de esta reforma: “No creo que sea realmente una decisión de progreso, tenemos que ver las cosas desde otro plano de movilización y competencia. Es como lo de la gasolina, sí, después del gasolinazo la gasolina fue más cara pero ahora hay más opciones y un mejor control de la compra-venta que permite mejorla en calidad y decisión sobre el consumo”.
Por una parte, el marco general se vio presente ante el significado y posibles causas globales de este movimiento, sin embargo, con un sentido intrínseco al tema, llega a la mesa el tema personal como parte de esta idea. ¿Es bueno para nuestra familia?
Frente a la poca información y teniendo en mente el posible aumento de costo eléctrico, en un 17% como lo afirma la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), queda en el aire la idea de mejorla. Pensando en el cambio a largo plazo, en la mesa se habla sobre el panorama en el día a día: “No sé qué tan bueno sea, en un plan a futuro puede que sea mejor para el consumo propio y el que esté disponible en el uso público, pero creo que sí va a ser un gasto más fuerte y presente. Habrá que ver qué es lo que hacen”.
(Foto: archivo)
Categoría: Nacional |
Etiquetas:
No hay etiquetas asociadas a éste artículo. |
Vistas: 22 |