Ramón Cuevas Martínez
Razones para combatir el soborno
Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas o por cohecho o soborno, están traicionando y derramando sangre de sus hermanos. Emiliano Zapata
Combatir el soborno es un derecho humano, el ODS 16 establece la necesidad de facilitar el acceso a la justicia para todas las personas, para lo cual propone reducir sustancialmente la corrupción y el soborno en todas sus formas.
Estimaciones del Banco Mundial hacen ver que anualmente se mueve más de 1 billón de dólares, equivalente al 3% del PIB mundial, en sobornos, por lo que existe la opinión generalizada de que se trata de una práctica inmoral, aunque tolerable, por el hecho de que es una parte necesaria para “conseguir que se realice el negocio” o “eludir los trámites burocráticos”, es decir, se trata del “lubricante y engrudo” que refirió Alan Riding desde los años 70’s del siglo pasado.
El soborno es un riesgo significativo en muchos países y sectores. Puede ser tan insignificante como pagar a un oficial de policía por una infracción de exceso de velocidad o tan grande como pagar por conseguir un importante contrato de la administración pública. El hecho es el mismo, sólo cambia el monto del dinero que implica. Mientras que algunos sobornos pueden ofrecerse voluntariamente, en muchos casos, las empresas se han visto obligadas a sobornar consecuencias de las presiones corruptas impuestas por funcionarios del gobierno.
Podemos deducir que para que se dé un hecho de corrupción se requiere de dos sujetos: el corruptor o sobornador y el corrompido o sobornado. Por ello, en teoría, sería suficiente con reducir la probabilidad de riesgo de que uno de ellos no actué, para eliminar la corrupción. Sin embargo, en la realidad es prácticamente imposible reducir la probabilidad de riesgo a cero; el riesgo cero no existe, por ello, es conveniente actuar sobre ambos sujetos en función de las capacidades de la organización con el fin de reducir todo lo posible la probabilidad de riesgo de ambos. Lógicamente la organización puede actuar y controlar de mejor manera a nivel interno y de forma más complicada a nivel externo.
El riesgo de corrupción es responsabilidad de cada uno de los actores, pero para que se genere el riesgo deben entrar en contacto, por lo que, cuanto más alejados estén el uno del otro, menos riesgo de corrupción. Por ejemplo, si en el proceso de compras no existe contacto entre el proveedor y la persona final que autoriza los pedidos, la probabilidad de corrupción será menor ya que no se tienen las vías de comunicación entre ambos.
Unos de los puntos más críticos para establecer un sistema de gestión antisoborno es precisamente identificar los riegos, las áreas y las personas que pueden ser sujetos de soborno, sí de identifican correctamente, se reduce drásticamente la posibilidad de que ocurra.
Otro punto importante es que la máxima autoridad del Sistema de Gestión Antisoborno es el consejo directivo y no la Dirección General, lo que facilita claramente su funcionamiento y manda un mensaje de que es una política institucional la lucha contra esta práctica.
*Consultor en Gobernova
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