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CANTAR LAS CUARENTA 2021-11-21

DON DÁMASO.

Por principio y por definición, los idiotas son partidarios de la guerra, transmiten su idiotez de forma inmediata, convierten los accidentes en inevitables.

Maxime Rovere.

QUÉ HACEMOS CON LOS IDIOTAS…

COMO LEO DOY: 2020 fue en parteaguas en la humanidad. La pandemia arrasó cual tsunami nuestro estilo de vida, trastocando nuestro día a día y en un gran porcentaje, nuestro profundo sentir, invitándonos para hacer un corte de caja y relanzarnos. De lo mucho que se puso en evidencia, fue la idiotez entre personas y sectores inimaginables. ¿Por qué no interesarnos en comprender a los idiotas para contenerlos con las mejores estrategias?

Qué hacemos con los idiotas, para no ser uno de ellos, es el primer libro traducido al español de Maxime Rovere, nacido en Francia en 1977, doctorado en Filosofía por la École Normale Supérieure. Este reconocido profesor universitario, parte del supuesto de que en todos los casos, los idiotas siempre te enseñarán a ti más que tú a ellos, porque tu eres el que desea aprender. Su libro aborda este tema tan común y tan poco analizado y, recomienda no caer en la guerra contra los idiotas, que sería la de todos contra todos, lo único que podemos hacer es oscilar entre tres estrategias: negociar con los que puedan, hacer evolucionar a los que se dejen y olvidarse de los que se nieguen a hacerlo.  

La idiotez suele disminuir tu capacidad de análisis y extrañamente, te obliga a hablar su propio idioma, a entrar en su juego, a pisar su terreno; es por eso, que el autor del libro, propone que cada uno definamos la idiotez empíricamente para evitar convertirnos en uno de ellos.

Desde un punto de vista filosófico, los idiotas son, por lo tanto, un problema mucho más importante y delicado que la propia idiotez. Reconoce la dificultad de abordar el estudio de los idiotas: el abanico de la idiotez es tan amplio que parece imposible estudiar a todos los idiotas a la vez. Están los idiotas asentados en sus certidumbres, que se niegan a dudar; hay otros que lo rechazan todo y que dudan hasta de la verdad, y finalmente están los que pasan de los dos primeros grupos, que por otra parte pasan de todo, incluso de los dramas que se podrían evitar. ¿Cómo hablar de todos esos idiotas a la vez?

Entre los idiotas están los que descargan en los demás sus frustraciones acumuladas, cubriendo a todo el mundo de reproches, propagando maledicencias, dejándose fascinar por todo el mal, por la cantidad casi infinita de calumnias que llegan a decir de los demás, y que solo porque nos ha dicho palabra acaban considerando que eres absolutamente encantador. Más tarde, cuando hayan acumulado de nuevo toda su bilis, irán en busca de otro interlocutor al que le soltarán todo el mal, la cantidad casi infinita de insidias acerca de los demás y le podrán contar cómo, por qué y hasta que punto los has decepcionado.

Casi que en el libro que refiero, traza la receta del caldo de cultivo Populismo, que como lo vemos, apela a las emociones por encima de las razones, en consecuencia, los idiotas nos invaden como plantea el segundo axioma del francés y la idiotez es su  combustible fundamental para alimentar su maquinaria destructiva.

La idiotez no es estática. Se distingue por una resistencia muy específica que los idiotas oponen de forma encarnizada a todo lo que queramos hacer para mejorar cualquier situación, incluida la suya. Oponiéndose siempre vigorosamente a tus esfuerzos, intentarán ahogar tus argumentos en razonamientos sin fin, asfixiar tu benevolencia con amenazas, tu afabilidad con violencia, y el interés común con una ceguera que mina las bases de su propio interés individual.

AS BAJO LA MANGA: El 18 de noviembre, cumplió 82 años la poeta, novelista, crítica literaria, profesora y activista canadiense Margaret Atwood. Autora del reconocido El cuento de la criada,  recibió el premio de la Paz del Gremio de los Libreros Alemanes que se otorga en el cierre de la Feria del Libro de Fráncfort, en reconocimiento a su olfato político y calidad literaria. Al recibir el galardón, Margaret leyó un discurso provocativo que tituló: ¿La humanidad desea vivir?. Considero de actualidad parte de la contestación que hizo a su propia pregunta:

Todo país, al igual que toda persona, alberga un yo noble, ese que le gustaría creer que es, y un yo cotidiano –ese yo ni malo ni bueno que le permite sobrellevar las semanas y los meses de rutina cuando todo transcurre sin contratiempos–, pero también un tercer yo oculto, mucho menos virtuoso, capaz de saltar en momentos de amenaza y rabia y cometer atrocidades.

Entonces, ¿cómo estamos narrando el momento actual y sus tribulaciones? Sea cual sea la causa del cambio que estamos viviendo, nos encontramos ante uno de esos momentos en que los conejos de la pradera aguzan las orejas, porque ha irrumpido en escena un depredador.

Entonces viene un lobo con piel de cordero, o incluso con piel de lobo, y anuncia: Conejos, necesitáis un líder fuerte, y yo soy el más indicado para desempeñar ese papel. Haré aparecer el mundo futuro perfecto como por arte de magia, y los helados crecerán en los árboles. Sin embargo, antes habrá que deshacerse de la sociedad civil –que es una blandengue y una degenerada– y habrá que abandonar las normas de comportamiento aceptadas que nos permiten transitar por las calles sin cosernos los unos a los otros a puñaladas a todas horas. Y luego habrá que desprenderse de “esa” gente. ¡Solo así haremos que aparezca la sociedad perfecta!

Los conejos se quedan paralizados, porque están confundidos y muertos de miedo, y cuando por fin descubren que el lobo en realidad no tenía intención de ayudarlos sino que ha sido todo un montaje en beneficio de los lobos, es demasiado tarde.

Vivimos tiempos en donde la inercia de la idiotez levanta tal polvareda que confunde y atemoriza a los conejos en la pradera como lo sentenció Atwood, ojalá que cuando descubramos las verdaderas intenciones del lobo, no sea muy tarde.


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