Aranxa Solleiro
Fuga de cerebros turismólogos
¿Qué causas obligarían al estudiante dedicado al arte, el servicio o la creación literaria, a abandonar su nación para toda la vida o por algunos años, cuál es el beneficio adquirido entre ese destierro y su creatividad, su devoción y amor a ayudar al otro a través de su trabajo?
El viernes 15 de octubre, tras presenciar un evento de investigación en la Facultad de Turismo y Gastronomía, surgió la pregunta anterior en algunos de mis ex compañeros y yo.
Había finalizado apenas un día desde la inauguración del nuevo Parque de la Ciencia Fundadores, que si lo califico desde su nombre, me parece una tragedia a la atracción de cualquiera, sin embargo, su objetivo, hasta el presente día en el que escribo el siguiente texto, ha sido exitoso, pero… ¿exitoso hasta qué día?
La cultura del toluqueño, se sabe, se concentra de aglomerar espacios nuevos como si fuese el último día de nuestra existencia, sin menospreciar el esfuerzo realizado, no obstante, salto de inmediato a uno de mis clásicos autores para comprenderlo casi en su totalidad: Pierre Bourdieu, del cual posiblemente no he encontrado hasta el momento una temática que no permita sustentarme en sus teorías.
El clásico francés aseguraba que el ser humano al participar en actividades y espacios que son especialmente difundidos y reproducidos por las masas sociales, nuestro estatus se verá fortalecido. ¿Cómo se explica ello? Que al nosotros confluir en el espacio que está en la boca de casi la mitad de la población citadina, entonces tendremos una aceptación en la esfera que nos envuelve constantemente.
Después de lo anterior, me remito al 15 de octubre, día en el que mencionamos en una conversación de aproximadamente una hora y media, de la poca autoestima que se nos inculca desde el inicio de nuestra licenciatura, hasta su conclusión, situación que permea en una fuga exacerbada de cerebros turismólogos, con el entendido de que en su ciudad nunca podrán ser nada o peor aún, jamás podrán cumplir sus objetivos ni ser partícipes de espacios vivos que desde antes de su inauguración, ya eran un punto de confluencia entre los citadinos.
El Parque enunciado unas 300 veces aquel viernes y otras 400 desde su planeación, se ha convertido desde ya en el punto élite de nuestra urbe, no obstante, su finalidad cambia, en tanto que aquel espacio de elegancia recrea una metamorfosis para que sea accesible para todos, sin importar su proveniencia, su edad, su creencia y cualquier otro rasgo físico que nos clasifique, pero, ¿qué vida le hemos dado a una zona recuperada? Si de árboles, cuadros cuatro por cuatro de pasto, fotografías de edificios mexiquenses y juegos para niños, no tenemos a alguien que nos recree un espacio con vida, y por vida no hay que referirnos solamente a los visitantes que gritan, saltan y sonríen al estar ahí, si no de alguien que me explique su arquitectura, las actividades que puedo realizar, la historia de la fotografía enmarcada y el tipo de árbol que tendré frente a mi mirada.
¿En qué momento el licenciado en turismo -el cual cuenta con una precariedad constante en su labor y una mínima oferta laboral que le impulse a poner en práctica sus conocimientos- fue tomado en cuenta para la construcción del Parque? ¿Quién nos ha hecho mención que en un espacio “inclusivo” y “abierto al público” debe ser rodeado de una exposición ampliamente inasequible por muchos como lo es la relacionada al holandés Van Gogh?
¿Quién nos habló de los colores, de las bancas y las jardineras que realmente sean atractivas para un visitante? ¿En qué momento el licenciado en turismo será tomado en cuenta para participar activamente en proyectos de rescate social, recreativo y cultural? Dejemos de ponerle preseas y estrellas a secretarías que lamentablemente han bajado su rango a ser subsecretarías, y especialmente, a personas de cargos políticos “soñados” por aquel que está sentado frente a su computadora o frente a una pizarra aprendiendo “planeación de proyectos turísticos”, para aportar de alguna manera al turismo de su país.
Aquí, en mi letargo textual, enfatizo en dos puntos de suma importancia: primero, la falta de apoyo y sobre todo, el desinterés hacia el sector y sus agentes, provoca el desapego territorial de profesionales en turismo egresados de la entidad mexiquense, que terminan un 80 % de ellos trabajando de todo, menos de lo que estudiaron durante cinco años de epistemologías imposibles de defender ante un sistema político ególatra. Segundo, el convencimiento ideológico de que, en efecto, no podemos servir de nada en una planeación urbana y emancipar la mediocre creencia de que al salir de la licenciatura, debemos de irnos siempre a la playa o a espacios de clima tropical.
Necesitamos urgentemente la puerta abierta de nuestra casa y rescatar a una profesión que viene en declive.
Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com
(Foto: Aranxa Solleiro)
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