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Casa de Cultura Profesor Adrián Ortega, de “hospitalito” a icono cultural de Lerma

Aranxa Solleiro  

El Hospitalito para los niños de 1929, era visto como un imponente edificio vestido de heroísmo heredado por antepasados. Justo después de una Revolución demencial, la cual dejó devastada a familias enteras. 

Dentro de su recepción, se observa una constitución de 1917 que sustenta las leyes que deben ser respetadas para el bienestar social de los integrantes de la comunidad, como si de ella emergieran, sale a la luz una serie de fotografías antañas que datan desde 1910 hasta 1940, los inicios de una Lerma se observan en los rostros de los que posan en la cámara y sonríen apreciando un espacio, que en aquel momento, era difícil de ser consternado por problemáticas ambientales. 

Las imágenes que se observan, retratan a personas paseando en una lancha sobre lo que hoy sería visto como una catástrofe: pasear por el Río Lerma, uno de los más contaminado del país y a punto de ser desbordado por sus niveles de agua. 

El Hospitalito, salvaba vidas en aquel entonces, su estilo neoclásico, auspició a que sus pilastras y fachada sean hasta la fecha intactas y los residentes evoquen día a día las vivencias de antepasados. 

57 años después, las instalaciones se convirtieron en lo que es hoy, uno de los edificios emblemáticos de la ciudad: la Casa de Cultura Profesor Adrián Ortega Monroy, en honor a uno de los catedráticos con mayor relevancia para la educación en el Estado de México. 

La Casa de Cultura es actualmente rodeada de actividades y talleres que son accesibles para la sociedad que le rodea, pues la mayoría de sus talleres son gratuitos, contando en el presente con actividades de inglés, clases de primaria y secundaria, fotografía, repostería y danza, enfocados al público en general. 

De acuerdo a Maria Gómez, habitante de Lerma desde hace 34 años, considera al espacio como uno icónico y de gran simbolismo para ella y su familia, pues menciona que su abuela fue enfermera, trabajando para el bienestar físico de los pacientes. 

“Me gusta mucho, siempre lo he considerado como un edificio muy bonito, tiene un diseño especial y además, yo le tengo un aprecio especial también porque mi abuelita trabajó en el Hospitalito y me llena de orgullo saberlo.” Mencionó. 

De tal manera, la Casa no solo funge como sitio de exposición artística, sino también como un símbolo de identidad hacia los citadinos, por lo que su conservación y buen uso se vuelve fundamental. 

(Foto: Aranxa Solleiro) 


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