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Familia y sociedad 2021-09-03

Laura Barreal  

La  familia y el amor en tiempos de coronavirus..... 

¡¡Muy estimadx  lectorx!! Me es siempre muy grato poder saludarle, deseando que Usted y los suyos se encuentren bien, gozando de plena salud y también de otras bendiciones que a diario recibimos, muchas veces, sin darnos cuenta. Asimismo, agradezco y aprecio en lo que vale, el tiempo y espacio que en su agenda destina Usted a la lectura de las presentes líneas. 

En las dos últimas ediciones hemos compartido con Usted notas informativas sobre preguntas y respuestas de la “Organización Mundial de la salud”, OMS sobre la transmisión del virus que contagia la COVID-19. Espero y deseo que la información haya sido de utilidad para Usted y los suyos en la toma de decisiones que implican los cuidados que todos estamos llamados a tener para evitar la propagación del virus a través de contagios que se presentan, la mayoría de las veces, por descuido personal en cuanto a las medidas de prevención que las autoridades sanitarias nos han venido indicando a lo largo de ésta pandemia.  

Desde luego el aspecto físico, en consideración al resguardo de la propia integridad y la de los demás, es muy importante en tiempos de pandemia y en cualquier otro tiempo ya que la premisa de   “SI YO ME CUIDO…….CUIDO DE LOS DEMÁS”, que tanto hemos escuchado durante la pandemia,  siempre es aplicable ya que, es por todos bien sabido que, en la medida en que personalmente seamos responsables y mantengamos hábitos saludables, estaremos cuidando de la propia salud, de nosotros mismos y en automático, estaremos cuidando de los demás….educando la solidaridad y fraternidad que han cobrado tanta relevancia en tiempos de coronavirus pero que sin duda son valores sociales básicos para construir sociedades más humanas. 

En dicho contexto, me gustaría citar la visión antropológica de la persona humana presentada por Viktor Frankl, autor de la Logoterapia, distinguiendo sus dimensiones biológica, psicológica y espiritual. De manera que es necesario atender cada dimensión en su justo valor. 

En el entendido de que todos pertenecemos a una familia, hemos visto como la institución de la familia ha venido atravesando cambios severos y que desde la revolución industrial tristemente ha venido sufriendo una especie de desvalorización. 

En la actualidad, observamos con tristeza que la vida familiar, sobre todo en los jóvenes ha perdido significado y argumentan que ésta les impone restricciones y los carga de responsabilidades y por desgracia esta visión reduccionista está ejerciendo influencia en buena parte de la población mundial. 

Estoy haciendo referencia a un análisis que me encontré en una publicación que hace Ali Gunes, profesor de literatura inglesa en la Universidad Sabahattin Zaim en Estambul y con quien coincido respecto a la perspectiva negativa que de la familia se está teniendo a nivel global y que me pareció interesante compartir con mis lectores. 

El autor señala cómo es que esta visión de la juventud actual ha llevado a que, hoy en día, muchas personas jóvenes no quieren casarse o bien, buscan posponer este evento hasta estar más entrados en edad.  Además, refiere que, como todos sabemos, la tasa de divorcios se incrementa cada vez más, atacando de esta manera a los verdaderos fundamentos de las sociedades estables. 

Sin embargo, Gunes hace la observación de que ésta pandemia del COVID-19 ha demostrado no solamente que una familia cálida y estable es de vital importancia y que supone un refugio seguro, actuando como centro de rehabilitación psicológica en estos duros tiempos, sino que también pone de relieve que sus funciones nunca pasarán de moda.  

También cita el autor que el coronavirus ha logrado encerrar a la mayoría de las personas en sus hogares y, atinadamente argumenta que una vida familiar bien establecida podría jugar los siguientes papeles de la misma forma que en el pasado. 

Primeramente, parece que la familia resulta ser un lugar para elevar el espíritu y él lo coloca en perspectiva al sentido emocional y psicológico. Lo cual nos permite observar que sí es real que las tres dimensiones antropológicas básicas de la persona humana se interrelacionan entre ellas y que, es necesario dar atención a las tres para lograr un equilibrio personal. 

Aquí, en lo personal yo subrayaría la relevancia de la experiencia familiar en la vida del adulto, considerando que es precisamente la familia el espacio en el cual la persona nace, se desarrolla y muere con la dignidad que le es propia. Es precisamente la primera escuela de valores y es justamente el ámbito familiar el único espacio en el cual la persona accede a la aceptación y al amor incondicional, sin importar las características individuales y sin necesidad de cumplir con ningún requisito para ser parte del núcleo familiar.  

Y desde luego, coincido con el autor en el sentido de su afirmación respecto a que ha quedado de relieve que una vida familiar cálida y sólida con buenas relaciones ayudará a disminuir cualquier clase de trastorno emocional que la pandemia ocasione. 

Ali Gunes hace referencia a la experiencia familiar de apoyo mutuo, escucha , las mismas bromas que los hace reír juntos, compartir comidas y pasar tiempo, dándose los miembros entre ellos, aliento mutuamente, no solo para tratar de superar sentimientos de ansiedad del momento, sino también para aceptar que la vida continúa y que éstos tiempos difíciles pasarán pronto. 

Y yo agregaría que es también ahí en las familias donde hemos constatado en todo el mundo que las crisis son también oportunidades para obtener lo mejor de ellas.  

Asimismo, el autor refiere que la familia se ha convertido en una fuente de apoyo financiero y físico durante el tiempo de la pandemia. 

Y esto es absolutamente cierto. Sabemos que muchas personas han perdido sus empleos; algunos se han visto en la necesidad de tomar licencias no remuneradas y los salarios de otros muchos se han reducido debido al cierre de muchas empresas. 

Ali Gunes, atinadamente acota que también es en la familia donde, en ésta difícil situación de pandemia hemos podido constatar que la solidaridad, la protección y el sentido de pertenencia que ofrece un hogar estable, ha permitido a muchas personas, ponerse de pie y sobrevivir en estos tiempos difíciles.  

Aquí, cabe señalar que es indudable que lo que realmente ha sostenido la construcción de los apoyos mencionados es, nada más y nada menos que EL AMOR INCONDICIONAL, que solamente se experimenta en el núcleo familiar y que ha hecho que la humanidad redescubra y confirme el valor insustituible de la institución de la familia, célula básica de sociedades en verdadero progreso,  “Comunidad de vida y amor” como la llamó San Juan Pablo II . 

                                                               Y…..¡ Hasta la próxima!  


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