MOVIMIENTO PERPETUO ®
Daniel Cortez
El clima ha sido confuso de unos meses a la fecha, los lazos parecían dejar de existir en la balsa que navegábamos por este mar incierto de las emociones, cada tarde lluviosa se desataba un cordón que nos unía, las voces lograban hacer eco ante tanta distancia, y la última tormenta nos convirtió en náufragos del sentimiento.
Después de la tempestad llego la claridad, la playa había guardado tus huellas en ese camino que hiciste de caricias en mi espalda. Las olas generadas por unos de labios que calmaban su sed, fueron la esperanza de continuar descubriendo amor a través del pulso. En el desconcierto también reconocí el puerto donde siempre llegamos, ese en el que el agua limpiaba nuestros pies, y nos dejaba desnudos para poder sentir.
Te encontré a costado mío, los restos del naufragio nos habían vuelto a acercar. Fue así que nos dimos cuenta que al paso del fuego la cera se sigue derramando, que aún continúa encendida la hoguera donde la pasión se desborda al cruzar las miradas. No he olvidado que mis manos te leen en el lenguaje escrito por los besos, ni que aún dibujas corazones en mi arena. Por lo tanto, decidí guardar en el tacto los segundos sobre la piel, en los ojos un recuerdo para hallarnos a la distancia, en la nariz tu aroma, y en un latido, nuestra promesa, para poder llevarte siempre en el corazón.
Por ahora decidimos ser un par de almas que se abrasan en la pasión, somos los amantes, que por más que quisimos olvidarnos, los recuerdos nos hacían coincidir en sueños y nos traían a este lugar, en el cual, la sal es una extensión del mar en nuestros cuerpos. Tú siendo agua y yo tierra, aprendí a moverme al ritmo de la marea, por lo que, al parecer, en este movimiento perpetuo siempre seguiré tu camino, porque entre más fuerte sea tu oleaje, más lejos iré contigo esparcido en ti.
(Foto: Especial)
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