Eric Rosas
Fusible quemado en CONACyT
El desprecio del presidente López por los científicos ya no sólo es evidente, sino hasta obvio. En una declaración reciente confesó su verdadero sentir, un profundo resentimiento contra quienes trabajan con esfuerzo por superarse y cuentan con la capacidad intelectual para progresar profesionalmente y obtener posgrados. López reniega de los mexicanos letrados porque poseen capacidad para pasar todas sus aseveraciones por la criba de la lógica y del análisis profundo. Porque para los académicos el dicho mañanero es insulso por sí solo; requiere tener evidencia real que lo sustente y concatene incuestionablemente con los antecedentes y las prospecciones. Lamentablemente, casi siempre tales evidencias son inexistentes para un desempeño gubernamental tan ineficiente. Para los meses que restan del actual sexenio el presidente López podría propiciar una crítica todavía más intensa hacia su gestión de parte de los científicos de México, pues no hay duda de que las agresiones persistirán. Pero, aunque el presidente pueda pensar que esta comunicación con la inteligencia mexicana no tiene la menor importancia, en la realidad el costo de atacarla puede resultarle muy alto. De hecho, el cobro ya ha iniciado, el seis de junio pasado tuvimos la primera prueba de la reacción de la comunidad académica ante el continuo ataque recibido desde el Gobierno Federal. A diferencia del 2018, cuando académicos y estudiantes universitarios se volcaron a votar por López, en esta elección intermedia ya no le refrendaron su apoyo.
A la luz de estos hechos extraña que mantenga en el cargo como directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) a la Dra. María Elena Álvarez Buylla Roces quien, siguiendo las órdenes de López —de lo que no cabe la menor duda—, se ha esforzado por descomponer la relación con las decenas de miles de investigadores que realizan su trabajo en instituciones públicas y privadas de todo el país. Los agravios incluyen: una enorme reducción de becas de posgrado para México y el extranjero; el despido injustificado de los jóvenes científicos repatriados que forman parte del programa de Cátedras Patrimoniales; la nula defensa de los extintos fideicomisos para ciencia y tecnología; el cambio de reglamento y criterios de aceptación y permanencia en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI); y una larga lista que se prolonga hasta esta misma semana, en la que nos hemos enterado de cerca de 250 estudiantes que se encuentran abandonados por el CONACyT en el extranjero, sin recibir sus becas porque éstas se fondeaban con el dinero del que López se apropió al extinguir los fideicomisos.
Así pues, el canal de comunicación de la comunidad científica de México con el presidente se encuentra absolutamente contaminado y, si hubiese intención de rescatarlo por parte del primer mandatario, la primera señal tendría que ser el pronto relevo en la dirección general del CONACyT. Es probable que la Dra. Álvarez-Buylla esté consiente de que su desgaste ya ha alcanzado al presidente, que su salida se acerca y no será a hombros. Hay que recordar que la titular del CONACyT se encuentra en flagrante desacato porque se ha negado a cumplir la orden judicial que recibió, para entregarle los recursos que por ley le corresponden al Foro Consultivo Científico y Tecnológico; quizá es por ello por lo que buscó congraciarse con el actual fiscal general de la República, entregándole obsequiosamente un inmerecido reconocimiento de Investigador Nacional Nivel III del SNI.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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