2021-06-26-que-lugar-ocupa-la-escritura-en-mi-vida-cotidiana

¿Qué lugar ocupa la escritura en mi vida cotidiana?

Francisco Salas Arellano

Crecí rodeado de escritores, pero la persona que más destaca en mi vida y me ha inspirado a seguir sus pasos es mi abuela. Ella siempre se interesó por la literatura, pero no sabía leer ni escribir. Entonces desarrolló el hábito de comprar libros por sus portadas, por los colores y tamaños que se le hacían llamativos. Así se hizo de una colección, pero sentía ese vacío por no poder adentrarse de lleno a leer nuevos mundos y darse la oportunidad de escribir. Ella fue autodidacta. Aprendió a leer por su cuenta a los 35 años, y casi 20 años después se concentró en tratar de escribir su propio libro; pero eran tiempos difíciles, no era tan fácil llevar su proyecto a cabo. Entonces sólo pasó a ser una meta inconclusa. Cuando ella muere, como parte de herencia a todos sus nietos les dejó un libro que se le hacía importante o le gustaba demasiado. Eso pasó cuando yo tenía ocho años y obviamente me dejó una marca. Desde entonces me interesan los libros, y se convirtieron en mis amigos por un tiempo, ya que no era mucho de relacionarme o hacer amistades. Un día, sólo por curiosidad, me puse a leer en el receso un diccionario, y al conocer palabras nuevas e incluso extravagantes las traté de adaptar a mi vocabulario cotidiano. Ahí también empecé a desarrollar este hábito como terapia de hacer ejercicios de caligrafía en un cuaderno y escribir mis pensamientos, que, según yo, mostraban el rumbo que tomaría mi día: si escribía algo triste, mi día se convertiría de inmediato en triste. Exactamente escribía los primeros pensamientos de la mañana; así fui haciéndome de un control sobre lo que escribía y también de una forma de organización. Con el paso del tiempo mi terapia pasó a ser un diario de emociones, y con toda esta historia de la abuela que no pudo trascender como escritora a pesar de todo lo que pasó, me pregunté por qué no explotar mi hábito y ahora sí conseguir lo que la abuela no pudo; porque me parecía sumamente carente de sentido morirte y que llegue alguien ajeno y no entienda por qué tienes tantas libretas con recortes y notas. No quiero ser únicamente recuerdos, sino escribir, crear anécdotas que pueda contarle a mis hijos y a otras personas, para que sepan lo que soy. La escritura en mi vida es de impacto y tengo como meta que siempre esté presente y se vuelva parte de la familia y no deje de serlo sin importar cuánto tiempo pase.

Escribir y pensar la escritura, desdoblamientos, rodeos, dudas, y, ahí mismo, diferenciar la vida cotidiana entre el tejido tirante de la memoria y la ficción. ¿Cómo asumir en la escritura un oficio, trabajo, en este siglo precario? ¿Desde dónde escribimos, materialmente, bajo qué idea y presupuesto? Ese fue el ejercicio de esta semana en el taller de poesía de Grafógrafxs, a propósitode la lectura de un ensayo de “Poesía y desempleo” de Xitlalitl Rodríguez Mendoza. 

Francisco Arellano Salas (Toluca, 2000). Es estudiante de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMéx e integrante del taller de poesía de la revista Grafógrafxs.


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Nacional
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