Eric Rosas
El zar antiCovid-19 de México se cansó. Avienta la toalla luego de catorce meses de manejar sólo mediáticamente en nuestro país la peor sindemia de la que la humanidad tenga registros recientes. En la que México ha sido señalado por diversas instancias nacionales e internacionales como una de las peores naciones en enfrentar esta calamidad; dejando la responsabilidad en un momento en el que las estadísticas muestran un nuevo repunte justo en la víspera de un forzado regreso a clases; con una campaña de inoculación que apenas ha logrado completar esquemas en menos del 8 % de la población; y, casualmente, un par de días después de que la valiente reportera Peniley Ramírez evidenciara que el médico López Gatell pudo haber obligado a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, que está bajo su autoridad, para que aprobara la vacuna china de CanSino —con la que precisamente se vacunó a los profesores del país y que tan baja protección a dado en países como Chile— sin contar con la evidencia suficiente de su efectividad entre la población de México y reservando la información para evitar que ésta sea analizada por instancias y expertos independientes.
Desde julio del 2020 anticipé en La Onda Plana que esto sucedería, pues ya en el 2009 había quedado demostrado que el zar antiCovid-19 nombrado por el presidente López, no contaba con las competencias técnicas para enfrentar una pandemia. En aquel año sus elementales pifias para contar mexicanos infectados por la influenza A-H1N1 provocaron su despido; y tampoco cuenta con la mínima calidad moral para entender que una muerte, un solo fallecimiento, es inaceptable.
Hasta ahora la gestión de la covid-19 que ha llevado a cabo el gobierno encabezado por el presidente López muestra unos números infames. De acuerdo con los datos oficiales reportados ante el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins y consultados al momento en que escribí esta columna, de nuestros 127 millones y medio de paisanos han resultado infectados casi dos millones y medio; es decir, cerca del 2 % de la población de México. De estos mexicanos contagiados con la covid-19 han fallecido más de 230 mil connacionales, el 9.38 %; tres veces más que el 2.16 % de la tasa de letalidad promedio mundial.
Países con una población similar a la nuestra, como Japón, con poco más de 126 millones, implementaron estrategias de contención del contagio infinitamente más exitosas que la del Gobierno Mexicano. En el densamente poblado archipiélago nipón sólo se han presentado 775 mil 642 casos de covid-19, menos de una tercera parte que en México, y los fallecidos en el país del sol naciente apenas superan los 14 mil nipones, tan sólo el 6 % de los mexicanos. Todos los países del mundo que no han tenido que sufrir gobiernos populistas durante esta sindemia, han tenido mejores resultados. En Israel, un país que ya ha logrado vacunar a sus nueve millones de habitantes, el número de contagiados superó al de Japón, con 839 663 israelís infectados hasta la fecha, pero ha tenido tan sólo seis mil 430 decesos. Esto da una tasa de letalidad del 0.76 %, once veces menor al 9.38 % de nuestro país.
La covid-19 ha sido extremadamente letal en México, lo que demanda de por sí una investigación profunda e independiente de la gestión de los dos López. Más aún si consideramos que la verdadera cifra de decesos podría superar el medio millón.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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