Ricardo es franelero desde los 15 años de edad en la ciudad de Toluca. Desde la comunidad San Pedro Atlapulco del municipio de Ocoyoacac, se desplaza todos los días hacía la zona centro de la capital para trabajar, siendo la calle Jesús Carranza su principal espacio para trabajo, así como las calles cercanas a la Terminal.
Aunque desde el inicio de la pandemia, las oportunidades laborales para él fueron reduciéndose, puesto que cada vez más es más estricta la prohibición del uso de espacios para su uso como estacionamiento, él no cesa en su esfuerzo diario.
“Antes sí sacaba buen dinero, porque no estaban tan fuertes los de tránsito, antes sí me iba bien cada día, por lo menos sacaba unos 400 o 500 pesos, ahora con trabajos junto 300 y eso en días de mucho movimiento, regularmente fin de semana.” Comentó divisando cauteloso los automóviles en movimiento.
Ricardo pertenece a un grupo de trabajadores informales, no cuenta con una seguridad ni apoyo de alguna instancia, sin embargo, asegura que a momentos, prefiere no pertenecer a ningún grupo laboral formal, dado que sus pagos serían quincenales y por sus estudios truncos, se minimiza la oportunidad de ocupar un puesto de alto mando.
“Prefiero estar aquí, porque sé que diario voy a recibir un dinerito. Si trabajara en una oficina o como guardia de seguridad, que es a lo mucho que puedo llegar, me pagarían quincenal y la verdad sería muy poquito, como unos mil 500 o mil 600, pero no alcanza. Yo tengo una esposa y un hijo, ¿qué haría con tan poco dinero? Al menos aquí, diario llevo unos 300 y ya me alcanza para comprar comida.” Argumentó.
Es sabido que los franeleros, han sido vetados de laborar, puesto que las quejas de ciudadanos y de autoridades sobre apropiarse de los espacios en la vía pública, impide una convergencia adecuada con la urbe, especialmente, se ha sabido de algunos que amedrentan la integridad de los automóviles de los citadinos, si estos no pagan por un tiempo determinado de estacionamiento. No obstante, Ricardo menciona que él no puede imponer una cuota, puesto que sabe que puede ser reportado y multado, de tal manera, espera solamente por el pago que deseen darle las personas.
“Pues sí he sabido de muchos que se adueñan de los espacios en la calle para hacer negocio, pero pues yo prefiero no meterme en broncas, si apenas hay trabajo, mejor trato de hacer las cosas bien, y aún con eso, luego llegan los policías y me hacen moverme, porque no puedo estar haciendo esto en la vía pública. Acepto lo que me dan, hay algunos que ya ni eso y pues no puedo exigirles nada, porque no formo parte de algo formal. Mejor a veces ofrezco un servicio de lavado, ahí sí es mejor y ellos me dan un poquito de más. A los de tránsito que llegan a quitarme, trato de explicarles, pero se ponen más agresivos, entonces pues ya, mejor me sigo.”
Desde hace un mes, Ricardo ha tenido dificultades de salir a las calles, en tanto que posterior a la colocación de ciclovías, los espacios de trabajo para él han sido menos. “Entiendes que también esto de las vías para los ciclistas es por el bien de las personas, pero también, ojalá que entiendan que el trabajo que hago no es para hacer mal o causar molestias, al contrario, solo trato de ganarme un poco la vida.” Dijo.
Ricardo trabaja de 10 de la mañana a 9 de la noche de lunes a sábado. Mientras cae una lluvia desbordada en los días de verano en la capital, corre desesperado hasta un techo cercano, para él, la lluvia entonces, puede ser considerada como un dualismo: se convierte en un filtro de pérdidas económicas o en uno de ganancias inesperadas.
Entre un “viene, viene” al compás de un chiflido delicado, espera que poco a poco sus condiciones laborales mejoren y probablemente hallar un sitio donde sus habilidades sean requeridas en un trabajo diverso, con mayor seguridad económica que le permita dejar el posible riesgo que implica su franeleo.
(Foto: Aranxa Solleiro)
Categoría: Nacional |
Etiquetas:
No hay etiquetas asociadas a éste artículo. |
Vistas: 75 |