Daniel Cortez
Aire respirado: elemento que proporciona vida,
nuestras siluetas aportan movimiento
a las sombras que delinean emociones,
esto de sentir se vuelve un juego de circunstancias;
éxtasis sinfónico produce el compás de un palpitar,
pulmones, oxigeno, sangre…
notas de amor y desamor, de adrenalina y de paz.
Fuego ardiendo en el abismo de lo etéreo,
consume el líquido vital matizando rojo;
esta es delicia de los vampiros emocionales,
platillo fuerte de los poetas al consumir frutos
en el fin e inicio de sus historias.
La tierra guarda en puños la savia hecha semilla,
es esta una alabanza permitida por las deidades
en el recorrido del agua que hace de la noche
un alimento de esperanza.
Una a una, las estrellas del firmamento
nacieron en la tierra fértil de un pensamiento,
que se volvió ciencia al encontrar una explicación
atado a una cintura contemplando tu mirada,
quitando así el misticismo que manejaban las culturas.
Entonces te admiro y el enigma vuelve a germinar,
me envuelvo en el viento de tu respirar
y regreso a ser la persona de carne y hueso,
que siente, vibra y sueña aún despierto
después de recobrar el aliento,
mi sangre vuelve a recupera su valor
en tiempos de amor y guerra.
Vuelvo a ser el felino que se alimenta de finales y principios,
que se da el festín de su existencia devorando pasión,
recolectando los cuerpos celestes que puede hallarse
en lo cristalino de tus ojos,
que es feliz haciendo de la palabra “amor” un misterio:
nombrándote…
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